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Por Claudio Fantini. Teóricamente, el debate entre Daniel Scioli y Mauricio Macri fue la última confrontación política fuerte. La mayoritaria voluntad de cambio que se ha instalado en el país, sugiere dejar la confrontación del primer plano, reemplazándola por el diálogo y la negociación.
Scioli lo practicó siempre, pero si su aparente kirchnerización de último momento pareció poner en duda su natural aversión a las prácticas confrontativas. Uno de sus últimos spots de campaña lo señala expresamente. En él, Scioli habla de “cambio” y se describe como un “moderado” que pondrá fin a “las peleas”.
El kirchnerismo perdió esta elección desde el momento en que una de sus esencias, la confrontación agresiva y duramente ideologizada, fue despreciada por la amplia mayoría de los argentinos.
A ése cambio se refieren las encuestas y ése es el cambio que prometen las personalidades de los dos candidatos que llegaron al ballotage.
En el país que debe quedar atrás, el diálogo desapareció hasta el punto de que el país olvidó su significado. Para el Gobierno, sólo existe el monólogo y dentro de las filas kirchneristas, ese monólogo se convierte en lo que Ernest Krieck explicaba con la palabra “ausrichtung”, que significa adiestramiento. Para ese profesor de la Universidad de Heidelberg, el liderazgo debía imponer un “weltanschawng”: concepción única y obligatoria del mundo.
En síntesis, el pensador alemán reemplazó el método socrático, para trasladar al campo del pensamiento un método militar de subordinación a la idea del poder político. Eso fue lo que, en definitiva, rigió en el kirchnerismo. Se bajó línea a las bases militantes sin discusión ni debate. Y en las bases de clase media cada posición fijada por el liderazgo se acató como un dogma de carácter divino.
Pero tampoco en la oposición hubo debate en las bases. Ni siquiera hubo bases militantes, sino sólo dirigencias ensimismadas y guiadas por sus ambiciones personales.
❝En la Argentina que nacerá de las urnas, sea quien fuere el ganador, la negociación y el diálogo deben reemplazar a la confrontación y la imposición❞
Los dirigentes opositores confunden diálogo con consenso. Por cierto, el consenso es importante y seguramente tendrá un lugar importante en el próximo gobierno, sea de Macri o de Scioli, por que los dos han gobernado sus distritos basándose en el consenso y no en la imposición, como siempre hizo el Gobierno nacional.
No obstante, el consenso no surge del diálogo sino de la negociación. Y si bien negociar es un instrumento imprescindible en toda sociedad abierta y Estado de Derecho, no es lo mismo que el diálogo.
Platón lo explica en su obra Eutidemo, donde diferencia erística de dialéctica. La erística es el instrumento usado por los sofistas y busca la imposición de la razón propia, sin importar la verdad. En cambio, la dialéctica es el instrumento de los filósofos para avanzar en una búsqueda colectiva de la verdad.
Dialogar es eso. Implica aceptar la razón propia como relativa y escuchar la razón del otro, para avanzar dialécticamente en búsqueda de una verdad.
En la Argentina que nacerá de las urnas, sea quien fuere el ganador, la negociación y el diálogo deben reemplazar a la confrontación y la imposición. Ése es, fundamentalmente, el cambio que ya se impuso en la voluntad de los argentinos y que, de algún modo, expresan los dos candidatos.