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Por Juan Turello. La cotización del dólar blue desapareció de las tapas de los diarios, al contrario de lo que sucedía un año atrás cuando aún se vivían los sacudones de las dos fuertes devaluaciones de enero de 2014.
En un año, el dólar oficial pasó de $ 7,88 a 8,74, una apreciación de 10,9%; el blue, en cambio, fue de $ 11,65 a 13,14, una suba de 12,8%. El titular del Banco Central, Alejandro Vanoli, anticipó ayer que “no habrá una devaluación brusca”. ¿Qué significa esto? La nueva «bicicleta»
Vanoli sugirió que seguirá la política de mini devaluaciones («gradualmente», explicó), que sigue los parámetros de la increíble inflación oficial: 11,1% medida a enero último. Para los privados, la suba en 12 meses fue de 35%. Conclusión: tanto el dólar oficial como el paralelo están subvaluados en relación a la inflación del último año.
Según cálculos privados, el Gobierno necesita este año U$S 53.300 millones para atender las necesidades de producción, importación de energía, turismo, dólar ahorro y pago de deuda.
Vanoli anticipó que “hará más lento el ritmo de desendeudamiento”. En palabras más simples: el Gobierno tomará deuda en dólares en el exterior (evalúa una oferta de JP Morgan y Deutsche Bank para colocar un bono por U$S 2.000 millones) y en el mercado argentino, pagando una tasa que estará por encima del rendimiento que ofrecen los bancos locales. Con bonos en dólares que tienen un alto rendimiento, el Central debería incluir otra zanahoria para hacer atractiva esta colocación.
Los bancos están pagando una tasa de entre 16 y 20% por las colocaciones en plazo fijo. Los inversores depositan allí su dinero, obtienen un buen rendimiento y, más cerca de las elecciones, prevén pasarse otra vez a dólar con un importante rendimiento real, ya que incluso el billete informal no se está ajustando al ritmo de años anteriores.
Por esta razón, los bancos están «inundados de pesos» y el blue cae por la venta de particulares y empresas, en muchos casos necesitados también de efectivo para cancelar deudas.
Otra consecuencia de las palabras de Vanoli: el atraso cambiario podría llegar con renovados bríos hasta 2016, con lo cual seguirá la caída en las exportaciones y afectará aún más a las economías regionales.
La tarea es averiguar cuál será la magnitud de la devaluación que deberá encarar el próximo Gobierno y cómo la hará para no impactar en precios y en el empleo.