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Por Claudio Fantini. La milicia ultra-islamista, protagonista excluyente de la preocupación mundial, amenazó con asesinar al papa Francisco. ¿Debe ser tomada en serio? ¿Está en condiciones el llamado Estado Islámico Irak-Levante (EIIL ó ISIS, por su sigla en inglés) de semejante magnicidio?
No sería la primera vez que el extremismo islamista anuncia asesinatos que luego no concreta. El más llamativo en su momento fue la fatwa (edicto religioso) dictado por el ayatolá Jomeini contra el escritor Salman Rushdie en 1989.
El máximo líder de la teocracia iraní exhortó a los musulmanes a matar a Rushdie donde se lo encuentre, por haber escrito y publicado el libro ❝Los versos satánicos❞, considerado por Ruholla Jomeini como un insulto al profeta del Corán. Por esa condena delirante, el escritor nacido en Bombay vivió oculto y protegido durante décadas. Aún hoy mantiene fuertes medidas de seguridad en su entorno. Pero nunca se supo que algún fanático planeara o intentara el crimen ordenado por Jomeini.
También hubo amenazas contra El Vaticano cuando el papa Benedicto XVI dio una conferencia en la Universidad de Ratisbona, citando al emperador bizantino Manuel Paleólogo en una visión crítica de Mahoma. Durante semanas, hubo manifestaciones violentas y ataques a iglesias en países musulmanes, pero el anunciado ataque de Al Qaeda con aviones contra la sede de la Iglesia en Roma, no se produjo.
Si tantos jóvenes musulmanes que viven en países europeos se excitaron con las brutales acciones de esta milicia, no puede descartarse que haya muchos dispuestos a actuar como lo hizo Alí Agca, cuando disparó contra Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro.
❝En materia de fanatismo ultra-islamista no se puede descartar nada❞.
¿Sirven éstos y otros ejemplos para descartar un atentado ultra- islamista contra el ex cardenal Jorge Bergoglio?
En rigor, en materia de fanatismo ultra-islamista no se puede descartar nada. Nadie hubiese imaginado, un par de años atrás, que en el Oriente Medio irrumpiría una fuerza extremista con la potencia del ISIS.
La milicia fue creada en Irak, tras la caída de Saddam Hussein y la disolución del ejército iraquí que, de manera negligente, realizó la potencia ocupante: Estados Unidos. Fue creada por el jordano Abú Mussab Al Zarqawi, un discípulo de Osama Bin Laden, adiestrado en la guerra de Afganistán. El grupo, que cobró notoriedad cuando Al Zarqawi decapitó en cámara al contratista norteamericano Nick Berg, inicialmente se llamó Al Qaeda Mesopotamia.
Recientemente, rompió con Al Qaeda porque le prohibía involucrarse en la guerra civil de Siria. Su líder, Abú Baker al-Bagdadí, desobedeció, rebautizó el grupo como ISIS y entró en la guerra que le permitió acceder a la millonaria financiación de Arabia Saudita y Qatar.
Para sorpresa de muchos, conquistó con una guerra relámpago parte del este de Siria y la provincia iraquí de Nínive, donde inició las masacres y la expulsión de las comunidades árabe-cristianas caldea, asiria y siríaca, además de otras minorías como los yazids, que practican un culto pre-islámico. Esa limpieza étnica es la que llevó al Papa a reclamar que el mundo detenga el avance de los yihadistas. Y por eso el ISIS lo amenazó de muerte.
Por un lado, debido a la exposición que tiene el Pontífice, sumada a las pocas medidas de seguridad que acepta, y, por otro lado, por el fervor que el sanguinario accionar del ISIS ha generado en fanáticos que dejan sus hogares en Europa para sumarse a su “guerra santa” en Irak y Siria, las amenazas contra el Papa deben ser tomadas en serio.■