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Por Juan Turello. Las emociones que dejó el Mundial se fueron apagando lentamente. La dura realidad nos enfrenta con números que indican cuánto retrocedió la Argentina el último año en cuanto a que aumentó la pobreza y cayó el consumo, señalo en mi nota en La Voz del Interior.
La inflación es la gran causante en la caída del consumo, máxime en un año en que el desempleo aumentó y la suba salarial en las paritarias -30% en promedio- quedará por debajo de una inflación que las consultoras privadas estiman entre 30 y 40%.
❝La pregunta del millón es si la economía habrá tocado fondo o aún se puede esperar algo peor❞.
El campo, con una cosecha récord de soja (55 millones de toneladas), advierte ahora que lo recolectado vale menos. En Chicago, retrocedió 120 dólares desde marzo último. El economista Juan Manuel Garzón (Ieral) estima que se perderán más 1.500 millones de dólares en divisas por la soja que está aún sin comercializar.
La industria tiene sus propios problemas. Emilio Etchegorry (Industriales Metalúrgicos) advierte que “conseguir pegamento industrial es una odisea”; que falta infraestructura para llegar a los puertos y exportar, y que con insumos nacionales caros (el acero vale 30% más que en países vecinos) “no se puede ser competitivo”. El control de las importaciones distorsiona los precios en el mercado local.
Nadin Argañaraz (Iaraf) sostiene que el país está involucrado en un trípode de difícil resolución: inflación, atraso cambiario y tasa de interés. “Es clave –advierte- que se tenga en el corto plazo un flujo adicional de dólares (además del de la balanza comercial) que mejore el desequilibrio que existe” entre las variables mencionadas.
En ese sentido, el acuerdo con China puede ser un alivio para las reservas del Banco Central y una buena noticia para la venta de productos primarios, pero mala para la industria.■