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Por Claudio Fantini. España inició otra etapa. Las urnas redefinieron la modalidad de gobierno y, de ahora en más, se parecerá más al modelo italiano, al alemán y al israelí, en el que los partidos con mayorías exiguas deben tejer complejas alianzas con otras fuerzas, para formar gobiernos medianamente estables.
Hasta aquí, la democracia española tenía dos grandes protagonistas: la fuerza conservadora que lideró el gallego Manuel Fraga Iribarne y que desde el ascenso de José María Aznar se llama Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero español (PSOE), la fuerza marxista que fundó Pablo Iglesias y que Felipe González convirtió en socialdemócrata.
En tercer lugar ,quedaba la alianza liderada por el Partido Comunista de Santiago Carrillo y Dolores Ibarburen, mientras que, en cada autonomía, estaban las fuerzas locales: la coalición catalana Convergencia y Unió; el Bloque Gallego, el Partido Nacionalista Vasco, la Coalición Canaria, etcétera.
Desde la democratización, a los conservadores y a los socialistas les bastaba con sus propias mayorías para formar gobierno o, a lo sumo, pactaban con los catalanes liderados por Jordi Pujol o con la Coalición Canaria.
Pero las urnas dibujaron el domingo un nuevo mapa político, con dos fuerzas antisistema en la centroderecha y en la izquierda, que relegaron a la marxista Izquierda Unida (IU) a una tenue y marginal existencia, mientras que convirtieron al PP y al PSOE en primeras fuerzas escuálidas y obligadas a cogobernar.
A la centroderecha no le alcanzan sus posibles alianzas ni le alcanza a la centroizquierda del PSOE aliarse con Podemos y con Izquierda Unida.
El conservador Mariano Rajoy y el socialista Pedro Sánchez parecen obligados a sentarse a negociar eso que los alemanes llaman grosse koalition («gran coalición») y probaron en contadas oportunidades. En la década de 1960 cuando encabezaron el gobierno el conservador Kurt Kiesinger y el socialdemócrata Willy Brandt y, recientemente, con Merkel-Schröeder y, luego, Merkel-Steinbrück.
Un problema no menor que tendrán Rajoy y Sánchez es que, en el debate que sostuvieron en la antesala de los comicios, casi llegaron a insultarse. ¿Podrán ahora crear un gobierno como el que España nunca tuvo?