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Por Sergio Mabres. La misión Expreso a Marte (ExoMars en inglés), ejecutada en conjunto por la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Federación Rusa, experimentó un duro revés el miércoles pasado cuando el módulo Shiaparelli -que debía aterrizar en el planeta rojo- se estrelló contra la superficie.
La misión tenía dos objetivos:
1. Poner un satélite artificial en órbita a Marte. El satélite tiene cámaras y un software especialmente diseñado para encontrar agua y gases relacionados con la vida biológica en el vecino planeta. Ese objetivo se cumplió.
2. Intentar descender a la superficie de Marte un módulo llamado Schiaparelli (EDM). Ésta es la parte que falló.
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El módulo contaba con un paracaídas, cohetes de frenado y una estructura para absorber el golpe final. Según las últimas filtraciones, el paracaídas se soltó antes de tiempo, los cohetes de frenado sólo funcionaron unos segundos y, finalmente, la comunicación con el módulo se cortó.
ESA se ha negado a usar la palabra choque. En una reciente conferencia de prensa, un periodista preguntó si el módulo había chocado contra la superficie de Marte y un funcionario de la Agencia dijo que no entendía la pregunta.
Los especialistas (para burlarse de la soberbia de los funcionarios de ESA) relatan que el módulo descendió a la superficie de Marte a una velocidad que estaba fuera de los límites esperados. No obstante, podría decirse que la misión fue un éxito.
Digan lo que digan, el módulo era para probar el mecanismo de descenso. Ahora, saben que no funciona, aunque el orbitador, sí. Y eso, es muy bueno.