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  • La vida (o el consumo) es una "promoción"

    Publicado: 22/05/2013 // Comentarios: 3

    Por Daniel Scandizzo. Calderón de la Barca estrenó su obra teatral “La vida es sueño” en 1635. Cuatro siglos después, los sueños continúan impulsando a los seres humanos a una incesante búsqueda de felicidad y bienestar. El deseo de disfrutar y consumir traducido en realidad dibuja el eslabón que une la fantasía difusa con el hecho tangible.

    Por estos días, se dedica un amplio espacio al consumo como sostén de un modelo económico, no sólo tierras adentro sino también en gran parte del mapa global. Sin apelar a la rigurosidad científica podríamos afirmar que el consumo representa el sueño del crecimiento convertido en realidad. Si no tengo capacidad de satisfacer un deseo material, probablemente perciba que un sistema económico no crece o no se desarrolla.

    Según el INDEC, en 2012, el consumo representaba el 68% del Producto Brutos Interno (PIB) argentino. Diez años atrás era el 65% y si retrocedemos 20 años, el cálculo arroja 69%. En dos décadas prácticamente no se alteró en términos relativos.

    Ahora bien, si el consumo es el motor de la nave, las promociones con descuentos y cuotas constituyen la aeronafta.

    En estas breves líneas no aspiro a generar una nueva teoría, pero sí pretendo compartir con los lectores una tríada de interrogantes para el análisis:

    • 1. Si las promociones de ventas por medio de tarjetas de crédito con descuentos y cuotas se han transformado en la regla y no en la excepción, ¿cuál es el precio de mercado? ¿El “corriente” o el de “descuento”?
    • 2. ¿Cuál es el piso de porcentaje de descuento que debe ofrecerse para que la promoción movilice? Los hechos parecen indicar que es el 20%.
    • 3. Para el comercio, especialmente el retail (venta minorista), es muy difícil mantenerse al margen de las promociones, ya que el consumidor no dudará en buscar un sustituto ofrecido a un precio más conveniente.

    Los consumidores son cada vez más fieles a los precios que a las marcas. Sólo hay una manera de revertir esa tendencia: transformar una marca de consumo en una marca “amada” por sus clientes. Y a este podio sólo se suben muy pocas.

    Turello.com.ar difunde, en su espacio digital, las opiniones de diversos columnistas invitados que en conjunto, y en tiempos de redes, forman parte de la verdad colectiva | Mail: info@turello.com.ar

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    Equipo de Turello.com.ar

    Publicado: 23/05/2013

    César: el enfoque de la nota estaba orientado más hacia lo micro. Según nos indica Daniel podemos comparar, por ejemplo, los casos de una fábrica y una franquicia en el caso del rubro de la indumentaria. Un comercio explotado por la propia fábrica seguramente dispondrá de un margen bruto mayor y, por ende, tendrá más capacidad para absorber costos fijos en la etapa final. Una franquicia, en cambio, tiene costos y precios dados, por lo tanto sufrirá de una escasa maniobra para gestionar su margen. El sector del retail es muy competitivo, especialmente en la indumentaria y, tal como manifiesto en mi opinión, solo el valor percibido de la marca garantiza la posibilidad de diferenciarse incrementando el precio y, de esta forma, el margen y la rentabilidad.

    Daniel

    Publicado: 22/05/2013

    César: Comencemos primero por cómo se compone el costo, ya que, en el sector minorista, la mayoría de las marcas son tomadaras y no formadoras de precios. Cuando hablo del 20% me refiero al porcentaje de descuento sobre el precio exhibido.

    César

    Publicado: 22/05/2013

    Buen punto de partida para una discusión habitual pero inconclusa: Cómo se compone un precio? Si el proceso de comercialización tiene márgenes de maniobra alrededor del citado 20%, cabría admitir los cuestionamientos gubernamentales a las estrategias comerciales de los agentes con mayor capacidad de fijación de precio?