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Por Claudio Fantini. Parménides había usado el concepto filosófico de alétheia como la realidad objetiva que se contrapone a la doxa, concepto referido a la subjetividad de la opinión. En el siglo 20, Heidegger devolvió a la antigua palabra griega su sentido original: la búsqueda de la verdad. Y en el siglo actual , el juez Sergio Moro usó alétheia del mismo modo, al bautizar con ese concepto la megaoperación policial-judicial que provocó en Brasil un terremoto con epicentro en Lula.
Está tan claro que llevar por la fuerza a declarar a un ex presidente sin haberlo citado previamente es un acto de humillación, que no alcanza la explicación que dio el magistrado de Curitiba: “Se hizo así para evitar que se organicen manifestaciones en las que pueda haber heridos”.
Tampoco alcanza la disculpa que pidió Moro, porque la intención no pudo ser otra que probar, como una versión social de la escala Richter, el alcance del sismo que causaría la detención de Lula.
También es indudable que esa detención viene como anillo al dedo al argumento del kirchnerismo para defender a Cristina Kirchner, cuando empiecen las indagatorias y los procesamientos. La humillación al líder del PT servirá para que la ex presidenta se declare víctima de una ofensiva “imperialista” a través de “jueces cipayos” para que terminen en la cárcel “todos” los líderes que “enfrentaron los intereses y el dictado de Washington”.
Es fácil imaginar que el cristinismo hablará del revanchismo de “la derecha” para perseguir a los responsables de los proyectos nacionales y populares en Latinoamérica.
Tanto la caída del millonario neoliberal Collor de Mello en 1992, como la reciente destitución y encarcelamiento del general derechista Pérez Molina, en Guatemala, desmienten que sólo los líderes populistas sean víctimas de la persecución judicial.
Pero el juez brasileño que cometió un estropicio ordenando una detención insólita, le entregó un argumento a la teoría conspirativa que ya está elaborando el kirchnerismo y que enarbola, también, el chavismo para defender a jerarcas oscuros como Diosdado Cabello.
De hecho, ciertos conservadurismos le hacen un favor al chavismo y al kirchnerismo, cuando ponen a Lula y a Dilma Rousseff en la misma bolsa del populismo.
Tanto la economía como la caída y prisión de muchos encumbrados dirigentes del oscurecido PT, así como de empresarios poderosísimos que obtuvieron licitaciones corrompiendo toda la política, diferencian a Lula y Dilma de los gobiernos populistas que han presionado a la Justicia para proteger a muchos de funcionarios indefendibles.
La detención de Lula estará en las coartadas de Cristina, de Diosdado y tantos otros que multiplicaron sus fortunas desde las cumbres del poder. Ese favor le hizo el juez Moro al populismo más oscuro, y no precisamente a la alétheia.