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Por Claudio Fantini. ¿Qué impacto tuvo el duro cuestionamiento del partido Podemos a Mauricio Macri en España? ¿Produjo algún daño en la imagen del Presidente? ¿Opacó su visita haber sido atacado en el hemiciclo de Las Cortes por una de las máximas figuras de la fuerza política que nació del movimiento de “los indignados”?
Mi impresión es que el ataque ejecutado por Iñigo Errejón dañó más a su propia fuerza política. En rigor, el primer tramo de su discurso era una crítica aceptable. Equiparaba a Mariano Rajoy con Mauricio Macri y cuestionaba al gobierno español por una política exterior basada en afinidades ideológicas. Tal punto de vista se puede discutir, pero está dentro de lo razonable en el debate político.
El problema es que el razonamiento de Errejón fue tomando un curso que terminó exactamente en lo que cuestionaba: manifestó su aprecio al kirchnerismo y dejó flotando absurdamente un “volveremos”, que, en definitiva, prueba que de ser gobierno en España harían lo mismo que le critican a Rajoy: ideologizar la política exterior.
No obstante, eso no fue lo peor de un discurso que había comenzado bien y terminó en un desvarío. Errejón lanzó sobre el gobierno de Macri acusaciones que demuestran que a la realidad argentina sólo la ve con el monóculo de sus aliados locales.
Semejante nivel de agresividad por parte de un miembro de Congreso nacional de España se justificaría si el visitante atacado fuese, por ejemplo, el presidente filipino Rodrigo Duterte, quien está llevando adelante una lucha contra el narcotráfico y la drogadicción basa en el exterminio y la violación masiva de derechos humanos.
El ataque del diputado español se habría justificado si el visitante era un dictador sanguinario, pero no es el caso de Macri. Un legislador no puede observar la realidad de otro país por una sola lente.
Ese partidismo sectario se descalifica a sí mismo. Las críticas de Errejón repitieron al pie de la letra las que hace un sector del arco político argentino. A eso lo puede hacer en un mitin partidario, pero en el Parlamento las visiones que sustentan los pronunciamientos deben ser más amplias.
Podemos hace lo mismo con Venezuela. Observa la realidad venezolana con el monóculo que le da el chavismo. ¿El resultado? Pronunciamientos tan absurdos como que las largas colas en los almacenes y supermercados prueban que la gente “tiene más dinero para consumir”.
El derrape de Iñigo Errejón se vio también en la crítica a la detención de Milagro Sala. En rigor, el cuestionamiento tiene lógica. Existen razones para dudar de la legitimidad de ese encarcelamiento. De hecho, la OEA y organizaciones de derechos humanos tan respetables como Amnistía Internacional señalan que la detención viola los artículos 9 y 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como también los artículos 9,10 y 11 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
No obstante, reclamar a Macri la liberación de Milagro Sala desde el mismo partido que justifica el encarcelamiento de Leopoldo López y más de un centenar de presos políticos, entre ellos decenas de estudiantes que llevan años en prisiones militares de Venezuela, resulta de una hipocresía impresentable.