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Por Claudio Fantini. El acierto de la Presidenta en su presentación por cadena nacional sobre Malvinas, al cumplirse un nuevo aniversario del comienzo del conflicto, fue invocar el Tratado de Tlatelolco.
Aquel importante pronunciamiento que entró en vigencia en 1969, establece la desnuclearización de Latinoamérica y el Caribe. Fue una consecuencia de la llamada Crisis de los misiles, de 1962, desatada por la presencia de proyectiles de mediano alcance que contenían ojivas atómicas, almacenados por la Unión Soviética en Cuba. El incidente provocó una tensa pulseada entre el entonces presidente norteamericano John F. Kennedy y el líder soviético Mikita Jrushev.
Evocar el Tratado de Tlatelolco, elaborado por la mano experta del diplomático mexicano Alfonso García Robles, posteriormente laureado con un Nobel de la Paz, le recuerda a los países firmantes que es su responsabilidad interesarse por saber si la presencia militar británica en Malvinas viola o no lo establecido desde 1969 para toda la región.
❝Si cualquier ciudadano de mundo puede googlear imágenes satelitales, debe ser fácil para un gobierno obtener pruebas visuales contundentes sobre el establecimiento de una “base nuclear” de la OTAN en Malvinas❞.
En todo caso, lo que le faltó a la fuerte denuncia de militarización de las islas del Atlántico Sur, incluso en términos nucleares, que realizó Cristina Kirchner al evocar el conflicto de Malvinas, fue exponer fotos satelitales que prueben la presencia de un submarino atómico en la base de Mont Pleasant.
Lo que expuso fue la imagen de un billete donde aparecen las islas, pero no las pruebas satelitales que habrían sido de más valor para el reclamo diplomático.
La exposición de la presidenta merodeó otro acierto, aunque no lo profundizó ni le dio la relevancia que debiera tener en las argumentaciones argentinas, al mencionar la escasísima población de las islas. Apenas 3.000 habitantes en casi dos siglos de ocupación equivale a una colonización fallida, y debiera ocupar un lugar más importante en la argumentación argentina sobre su razón de soberanía.
La presentación tuvo también su error político: criticar al gobierno inglés por su política interna. Decir que “es una pena” que en Gran Bretaña haya ❝20% de jóvenes desocupados❞, aconsejándole a las autoridades británicas dedicarse ❝menos a guerrear y más a su pueblo❞, la reiteró en la pose de profesora del mundo que, con dedito acusador, explica a los demás gobernantes cómo gobernar bien.●