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  • Mario Vargas Llosa, el gigante liberal

    Publicado: 30/03/2016 // Comentarios: 0

    Por Claudio Fantini. La mayoría de quienes se identifican con la izquierda en Latinoamérica, al hablar de Mario Vargas Llosa empieza por aclarar que “no comparte su posición política”, para luego admitir que es un gran escritor. Como si su posición política fuera el pecado inaceptable de un genio indiscutido de la literatura.


    Nadie aclara que no comparte la adhesión a regímenes totalitarios de izquierda, como preámbulo al reconocimiento de la genialidad de Gabriel García Márquez, por ejemplo.

    Nadie inicia un reconocimiento al oceánico talento de José Saramago, diciendo que repudia su pertenencia al Partido Comunista portugués. Pero en el caso de Vargas Llosa, es casi una regla del “progresismo” latinoamericano denostar su ideología, antes de reconocerle su estatura de gigante de las letras.

    Hacer semejante aclaración sólo puede justificarse con figuras como Martin Heidegger, imponente filósofo alemán que adhirió al nazismo. Pero hacerlo con un liberal, lo que muestra es una suerte de patología autoritaria en la cultura política predominante en América Latina.

    Vargas Llosa, con su mujer Isabel Preysler, en la celebración de sus 80 años | Foto: EFE/El Comercio de Perú

    Vargas Llosa y su mujer Isabel Preysler al celebrar sus 80 años | Foto: EFE/El Comercio de Perú

    No obstante, la gran repercusión que ha tenido el cumpleaños número 80 de Vargas Llosa, muestra que, a pesar de lo que considere políticamente correcto la autoproclamada “progresía”, el escritor peruano ha logrado ser relevante más allá de las letras.

    Por cierto, se puede no estar de acuerdo con la adhesión del ganador del Nobel con pensadores de la ortodoxia económica como Frederich von Hayek. Sin embargo, señalar como una aberración la adhesión clara y sin fisuras del autor de Conversación en La Catedral con el Estado de Derecho y con la sociedad abierta que defendía Karl Popper, es un mal síntoma.

    No hay contradicciones entre la acción y el pensamiento de Vargas Llosa. Sólo hay una vigorosa coherencia, con una virtud agregada: la franqueza casi ingenua con que siempre expresa una posición erróneamente condenada por la cultura política dominante.

    Vargas Llosa fue un adversario de la dictadura de Augusto Pinochet, a pesar de que impuso la economía de mercado. También enfrentó al fujimorismo, régimen impulsor del Consenso de Washington en Perú. Y cuando tuvo que elegir un modelo de tirano latinoamericano para describir en una novela (La Fiesta del Chivo), eligió al conservador dominicano Rafael Trujillo.

    Podría callarse. Al fin de cuentas, igual que las novelas de García Márquez, Saramago o Carpentier, sus libros no están hechos para el consumo ideológico. Pero Vargas Llosa siempre expone su visión del mundo, con un fuerte compromiso con la sinceridad, con el ser humano y con la historia, que va mucho más allá de su conveniencia artística y personal.

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