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  • La postal de Notre Dame despierta teorías conspirativas

    Publicado: 15/04/2019 // Comentarios: 0

    Por Claudio Fantini. Existen más probabilidades de que un incendio como el que consumió Notre Dame ocurra por causa de un sabotaje, que por un accidente. Sin embargo, todo parece indicar que fue un accidente o, más bien, el producto de una increíble negligencia.

    Se incendió la catedral de Notre Dame en París | Foto: publicada por el El País.

    Se incendió la catedral de Notre Dame en París | Foto: publicada por el El País.

    Sucede que una joya histórica como la catedral donde Napoleón fue coronado emperador y donde beatificaron a Juana de Arco, tendría que contar con las medidas de seguridad necesarias para que una falla eléctrica o cualquier evento ígneo no engendre fuego en una estructura de madera, como la torre y los techos de la catedral parisina.

    Mucho más si sobre ellos hay una descomunal cantidad de madera debido a una obra de refacción en marcha.

    Los medios que hablaron de atentado sin que las autoridades francesas pronunciaran esa palabra, actuaron guiados por el sensacionalismo. De todos modos, hubiese sido más lógico que lo ocurrido sea consecuencia de una acción deliberada, que el accidente aparentemente sucedido.

    En teoría, hay más probabilidad que un terrorista, por caso ultra-islamista, perpetre un sabotaje contra semejante monumento del catolicismo medieval que enfrentaba al Islam con las cruzadas, a que la empresa encargada de las refacciones cometa un descuido como el que pudo haber ocasionado el incendio que devoró Notre Dame en un santiamén.

    La imagen de la torre aguja ardiendo sobre el cielo de París, hasta derrumbarse cubriendo de cenizas las aguas del Sena, hizo inevitable recordar a las Torres Gemelas convertidas en antorchas hasta hundirse en el vientre de Manhattan.

    Aunque las autoridades ni siquiera insinuaban la posibilidad de un atentado y a la intensidad del incendio lo explicaba la cantidad de madera concentrada en los techos, la pregunta que en silencio recorrió el mundo era si la catedral parisina estaba ardiendo por accidente, o por una acción intencional.

    Que una joya histórica y arquitectónica en un país experto en preservar sus monumentos icónicos, arda como un fósforo, hace más lógico sospechar que hubo una mano encendiendo el fuego, que pensar en una negligencia o en un accidente como origen de las llamas.

    Además, está la historia tentando las teorías conspirativas.

    Notre Dame es uno de los templos más representativos de la teocracia cristiana de la Baja Edad Media. La veneraban los Caballeros Templarios y ante su altar se encomendaban los cruzados que partían en busca del Santo Grial y a librar batallas contra los califas musulmanes por el control de los “Santos Lugares” del cristianismo.

    Por eso no sorprendería que, aunque se haya tratado de un accidente o de una negligencia, alguna organización del terrorismo ultra-islámico se adjudique el incendio como una acción propia. Tampoco sorprendería que haya sido de ese modo. Aunque, en tal caso, lo más probable es que lo reivindicaran de inmediato.

    Foto aérea de la catedral de Notre en llamas, desde un drone de la policía francesa.

    Foto aérea de la catedral de Notre en llamas, desde un drone de la policía francesa.

    A la vez, por la cabeza de los ultra-religiosos más lunáticos del cristianismo es posible que la imagen de Notre Dame en llamas haya despertado temores apocalípticos por este tiempo de “relativismo, materialismo y secularización” del que tanto hablaba Karol Wojtila y del que siguen hablando sus sucesores, Ratzinger y Bergoglio. Los dos Papas vivos coinciden en describir una “sociedad sin Dios”, por lo tanto es posible que algunas mentes con sobredosis de visiones religiosas hayan entrado en trance apocalíptico.

    Otros de la misma vereda, podrían creer estar viendo en esas llamas la ira de Dios por los pecados de su iglesia, convulsionada por la multiplicación infinita de denuncias contra sacerdotes violadores de niños.

    Que el fuego haya devorado, nada menos que en Semana Santa, al equivalente europeo del templo de Al Aqsa y la Gran Mezquita de La Meca, puede despertar en mentes afiebradas temor a castigos divinos por los pecados humanos.

    Politólogo y periodista. Analista político en medios argentinos y del exterior. Profesor y mentor de Ciencia Política en la Universidad Empresarial Siglo 21 (UES21). Autor de varios libros, el último de los cuales es la La Gravedad del Silencio.

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