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  • Cristina dejó la pelota en el campo de Schiaretti

    Publicado: 19/05/2019 // Comentarios: 0

    Por Claudio Fantini. Es a Juan Schiaretti, reelecto gobernador de Córdoba, convertido en la batería que debe dar energía a la “tercera vía” (Alternativa Federal) para los argentinos que no quieran votar por Mauricio Macri ni por Cristina Fernández, es a quien procura presionar la ex presidenta con su jugada Fernández-Fernández. Veamos de qué se trata.

    Alternativa Federal, con Schiaretti, debe mostrar que es una opción electoral | Foto: infobae.com

    La candidatura presidencial de Alberto Fernández, con Cristina Fernández como candidata a vice, también es una forma de acusar recibo de lo que implica ser una de las dirigentes con mayor imagen negativa, o sea con un rechazo mayoritario. Eso expone aún más la inacción que, en ese aspecto, tiene el otro dirigente con mayor rechazo: Macri.

    Pero el movimiento que hizo la ex presidenta tiene al peronismo como primer destinatario del impacto. Ahora, debe mover su ficha Schiaretti. Sabe que un porcentaje altísimo de los votantes que acaban de otorgarle un triunfo histórico en Córdoba, jamás le perdonarían que abandone su promesa de construir el espacio y la candidatura que rescate a la mayoría de la atroz obligación de votar en el ballotage por Macri o por la fórmula kirchnerista.

    Si Schiaretti declinara la creación de una tercera vía, buena parte de sus votantes cordobeses podrían considerarlo un gesto inaceptable.

    Después de la movida de Cristina Fernández, los ojos del país están puestos en el espacio al que Schiaretti debe energizar con el triunfo obtenido en Córdoba.

    Lo que ocurra en Alternativa Federal dirá si la jugada de la ex presidenta fue una obra maestra de la estrategia política o fue una patraña fallida para lograr su objetivo, que es perforar los muros que podrían obstruir su regreso al poder.

    Al fin de cuentas, si el caballo de Troya hubiera tenido la cara de Agamenón y un cuerpo de vidrio que visibilizara los guerreros aqueos, los troyanos no le habrían abierto las puertas de la ciudad sitiada.

    El problema de la fórmula kirchnerista es que parece un caballo de Troya con la cara de Alberto Fernández y con Cristina agazapada, pero visible, en su interior.

    En el kirchnerismo, la dueña absoluta del poder es Cristina Fernández de Kirchner. No importa el cargo que desempeñe o el lugar que ocupe en la fórmula electoral. Su naturaleza le impediría asumir, de verdad, un rol que no sea el de jefa. Como dueña de los votos, ella sería “el poder” aunque otro figure como presidente.

    La única excepción se daría si necesitara a ese otro, en este caso Alberto Fernández, para que ejecute el ajuste y los entendimientos con el FMI y el sistema financiero que le impondrá la realidad al próximo Gobierno, haciéndole pagar el costo por esas medidas y dejando a la verdadera jefa “incontaminada” de concesiones a los poderes económicos.

    Como el populismo no funciona sino en momentos que se producen rentas extraordinarias, un presidente muleto sería el escudo perfecto para que la líder cruce el campo de batalla escudándose en él, para que sea ese cuerpo ajeno el que reciba las flechas, los sablazos y las lanzas.

    La jugada de Cristina fue sorpresiva y sorprendente: o sea inesperada en el momento y en la forma. Toda jugada sorpresiva y sorprendente tiene, como primer efecto, generar la sensación de ser una obra maestra de la estrategia política.

    Una genialidad que muestra la distancia oceánica entre la capacidad de liderazgo del autor y sus eventuales contendientes.

    Pero ese primer efecto puede desvanecerse junto con la sorpresa causada al efectuarse la apuesta inesperada.
    Lo que al principio obnubila como una jugada maestra, puede terminar pareciendo un adefesio. Una patraña equivalente al truco de un prestidigitador torpe.

    Así lo vieron desde el vamos quienes pintaron en paredes porteñas “Alberto presidenta”. Resulta inevitable suponer que, de ganar la elección, el elegido de Cristina será un nuevo Héctor Cámpora, o sea, un presidente descartable destinado a servir a los designios de la verdadera propietaria de los votos.

     

    La respuesta de Schiaretti

     

    La solidez de la jugada está en que Alberto Fernández no es un pusilánime manejable como un títere, sino un funcionario que supo renunciar y dejar el gobierno de Cristina cuando sintió que no estaba siendo tomado en serio.

    De este modo, la líder kirchnerista puede mostrar su fórmula electoral, no sólo como una apuesta seria a los consensos políticos y sectoriales, sino como un claro ejercicio de autocrítica.

    Lo que es difícil de imaginar es que Cristina Fernández pueda ser la segunda de alguien que no sea Néstor Kirchner.

    Que su sorpresivo y sorprendente anuncio demuestre ser, efectivamente, una jugada maestra, o se termine mostrando como un adefesio, dependerá de cómo ahora mueva sus fichas el peronismo no kirchnerista que lideran  Schiaretti y Miguel Pichetto, moldeando una tercera opción posiblemente con la candidatura de Roberto Lavagna.

    Politólogo y periodista. Analista político en medios argentinos y del exterior. Profesor y mentor de Ciencia Política en la Universidad Empresarial Siglo 21 (UES21). Autor de varios libros, el último de los cuales es la La Gravedad del Silencio.

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