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  • Trump juega el juego que propone Putin

    Publicado: 17/07/2018 // Comentarios: 0

    Por Claudio Fantini. Si Donald Trump hubiese actuado de manera inteligente en Helsinki y hubiera planteado tensiones y diferencias (que no existen) entre él y Vladimir Putin, en lugar de la absurda defensa que hizo del presidente ruso, hubiera alejado la sospecha de que el jefe del Kremlin ordenó a sus hackers demoler la candidatura de Hillary Clinton para que llegue a la Casa Blanca alguien que le responda.

    Trump defraudó en la cumbre con Putin, quien se mostró como un hábil estratega | Foto: lavanguardia.com

    Todo lo que hace el magnate neoyorkino desde que se lanzó a la política, es funcional al líder ruso. En las primarias republicanas y después en la campaña electoral por la Presidencia, elogió a Putin y al modelo de liderazgo que representa. Y cuando ocupó el Despacho Oval, pasó de las palabras a los hechos.

    Está claro que en el tablero geoestratégico de Putin, lo mejor es una vuelta de Rusia al G-7, una OTAN sumida en el caos, una Unión Europea en vías de fragmentación y un mundo en el que vuelven las barreras proteccionistas y retroceden las áreas de libre comercio. También le convienen que las poderosas economías china y norteamericana se desgasten entre sí en una guerra comercial.

    En todos esos puntos, Trump ha sido funcional al jefe del Kremlin desde que asumió la presidencia de Estados Unidos. Fomentó iniciativas rupturistas como el Brexit y a líderes eurófobos como el inglés Nigel Farage, el italiano Matteo Salvini y la francesa Marine Le Pen. Sepultó la proyección norteamericana al área Asia-Pacífico, inició la descomposición del Nafta y retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre cambio climático.

    Trump ataca permanentemente a líderes institucionalistas y partidarios del libre comercio, como el canadiense Justin Trudeau y la alemana Angela Merkel. Tras exigir la reincorporación inmediata de Rusia y que se levanten las sanciones aplicadas a Moscú por la anexión de Crimea, pateó el tablero del G-7 y dejó una declaración de la cumbre de Quebec sin firmar.

    La cumbre de Helsinki acrecentó la sospecha de que Trump le debe el cargo a Putin y que favorece el juego geoestratégico del astuto líder ruso.

    A renglón seguido, fue a la cumbre de la OTAN a atacar a los aliados europeos y a impedir que escuchen a los representantes de Ucrania y la república caucásica de Georgia en sus reclamos de ingreso a la alianza atlántica, para defender sus territorios de las políticas expansionistas rusas.

    Luego, en Gran Bretaña, embistió contra el intento de Teresa May de mantener a Gran Bretaña ligada a la UE mediante una unión aduanera. Zambulléndose de lleno en la interna tory, Trump abogó por la designación como primer ministro de Boris Johnson, el dirigente conservador que abandonó el gobierno en protesta contra May por ser partidario del Brexit duro y total.

    A esa gira, en la que fue tan funcional al juego geopolítico del Kremlin, la terminó en Helsinki, reunido con quien está sospechado de ser su artífice, mentor y jefe político: Vladimir Putin.

    La increíble negligencia con que dejó a la vista ese vínculo tan vigoroso como oscuro que lo une al presidente ruso, hizo que hasta los republicanos estallaran de indignación.

    El líder conservador de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, criticó duramente la defensa que su presidente hizo de Rusia, cuando descalificó a los servicios de inteligencia norteamericanos por el sólo hecho de que Putin niega lo que la CIA, el FBI y la Comisión de Inteligencia del Senado dicen sobre la fraudulenta injerencia rusa en la última elección presidencial.

    En la ola de repudios no podía faltar el respetable John McCain. Para el senador de Arkansas, el presidente protagonizó la peor cumbre de la que se tenga memoria, mientras el ex titular de la CIA John Brennan lo acusó directamente de “traición” a los Estados Unidos.

    Al regresar a Washington, para defenderse de semejante ola de críticas, Trump dijo que “por un lapsus” había dicho en Helsinki lo contrario a los que había querido decir.

    Otra aclaración que acrecentó el ridículo que rodea a la gestión del mandatario norteamericano.

    Politólogo y periodista. Analista político en medios argentinos y del exterior. Profesor y mentor de Ciencia Política en la Universidad Empresarial Siglo 21 (UES21). Autor de varios libros, el último de los cuales es la La Gravedad del Silencio.

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