Por Sergio Mabres. Puede pasar a cualquier hora. Atendemos una llamado, desde una línea fija o celular. Una operadora pregunta sabiendo nuestro nombre (y vaya a saber que más). Nos ofrece un producto a muy buen precio y nos solicita los datos -que no debería pedirnos- como los de la tarjeta de crédito para aprovechar el beneficio económico. Ahí empieza la estafa. Una breve referencia a las más comunes en el mundo
Esta clase de llamadas, cuyo origen se presume en las mafias de Europa del Este y Nigeria, son cada vez más recurrentes en otros continentes. De hecho, hicieron sonar las alarmas de la Policía especializadas en crímenes complejos y de Internet. ¿De qué se trata? A continuación, una breve referencia a las estafas telefónicas más comunes.
1) Llamadas a teléfonos fijos para detectar si hay alguien en la casa. Puede que llame una persona, o computadora, pero no contesta. O bien, se escucha la voz cortada si las llamadas son realizadas vía Internet. La información que se recaba se organiza por barrio y se vende a organizaciones que la usan para organizar robos domiciliarios.
2) Llamadas ofreciendo un producto a un precio muy bajo con la sola intención de obtener la información de la persona. Estas comunicaciones apuntan a que la persona entregue el número de su tarjeta de crédito y como todos los cuentos del tío necesitan un poco de la codicia. Pese a las recomendaciones de algunas entidades bancarias hay personas descuidadas, desinformadas y/o muy confiadas que -ante una buena oferta- brindan a un desconocido, por teléfono, sus datos, incluidos el número de su tarjeta de crédito y el código de seguridad. Increíble pero cierto. Aunque sólo una minoría cae en estos ardides suelen cosechar una gran cantidad de información vinculada a los plásticos gracias a las cuantiosas llamadas. La información se utiliza para comprar y revender los productos antes de que el propietario se percate.
3) Encuestas falsas para robar información personal. Los datos recolectados por el encuestador se agregan a la información que ya tienen de nosotros. Luego, se usan para acceder a cuentas de Facebook, correo electrónico o inclusive a sitios de homebanking. En algunos casos, logran cambiar la contraseña y solicitan un rescate en dinero por la devolución de la cuenta. Esto último, se conoce como hijack o secuestro de cuenta.
¿Cómo evitarlo? La mejor forma de evitar los efectos nefastos de estas llamadas es tan solo colgar el teléfono sin dar ninguna información. En resumidas cuentas, no hable.