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Por Eugenio Gimeno Balaguer. En un año electoral, como 2015, se potencian las actitudes y los dichos en el teatro de los precandidatos políticos. Dejo a criterio del lector desvelar los nombres, pero tanto a nivel nacional, como provincial y municipal abundan los ejemplos.
El sentir: entre culpas y remordimientos
Las acciones de los precandidatos las vemos repartidas entre culpas y remordimientos. Pero se es incapaz de soportar las dos cosas a la vez y una de ellas, hace que tomen acción.
El remordimiento está asociado al sentirse culpable de haber hecho mal a los demás, mientras que las penas de haberse hecho mal a sí mismo. En la mañana llegan las penas y a la noche los remordimientos. Las penas tienen el rostro del egoísmo, son duras de soportar pero son claras en su significado. Los remordimientos tienen primero los rostros de los demás, luego se van borrando los rostros y se convierten en una angustia sin rostro.
La angustia es el sentimiento de estar rodeado de mil peligros invisibles y desconocidos. Al no encontrar respuestas de cómo hacer frente a estas amenazas dan puñetazos al vacío. A veces con declaraciones verbales, a veces con escritos.
«Equipo»
Alguna vez manifestaron a los medios que formaban un equipo, pero la realidad demostró que estaban juntos por intereses personales. Más tarde, o más temprano, cambian de vereda y con fuertes críticas a sus ex compañeros se posicionan en una competencia descarnada que nos lleva a pensar: «es imposible que jugaran en el mismo campo«.
¿Cómo mejorar? Constituyendo, antes de gobernar, verdaderos equipos de trabajo y aprender a trabajar en equipo. Comenzar con grupos pequeños. Conocerse bien y conocer al otro. Eliminar prejuicios, cohesionarse con sólidos vínculos y luego recién multiplicar con efecto “holograma”.
Si no constituimos verdaderos equipos aparecerán los sentimientos más bajos de los seres humanos a través de las manifestaciones ya descritas. Si no profundizamos, los traidores serán más porque en el sentir existen bajezas no observadas que solo esperan la oportunidad para pasar a otro estadío: la venganza.
Este es el escenario que uno vislumbra.■