Por Claudio Fantini. Dirán que Francia sufrió este ataque masivo por su participación en los ataques aéreos contra ISIS en Siria y en Irak. Incuso, los sectores de Occidente proclives a ver las culpas occidentales en los aberrantes crímenes de los peores fanatismos, señalarán que François Holande envió el ejército francés a luchar contra las milicias de la etnia tuareg que quieren independizar el norte de Mali.
Es cierto que Francia sumó aviones bombardeos a las misiones de la coalición liderada por Estados Unidos que ataca a los yihadistas del autoproclamado “califato”. También es cierto que el ejército galo intervino en el país sahariano se extiende al sur de Argelia, y que fue esa intervención francesa la que evitó que milicias como el Ansar Dine ocupara Bamako, la capital.
Pero la razón de haber puesto a París bajo fuego, es un mensaje más oscuro y un disparo cuyo blanco no es el estado francés ni la Unión Europea, sino la sociedad abierta, sus libertades públicas e individuales, y la vasta comunidad musulmana que habita Francia y otros países europeos.
El blanco del ataque es también la ola gigantesca de refugios que lanzó sobre Europa la guerra civil en Siria, un conflicto que devora vidas y vomita diásporas.
❝Haber puesto a París bajo fuego es un disparo cuyo blanco es la democracia europea, la sociedad abierta, sus libertades públicas e individuales… y la ola gigantesca de refugios❞
ISIS surgió en el seno de Al Qaeda, como milicia sunita en la guerra civil que provocó en Irak la ocupación norteamericana en la década pasada. Se llamaba Al Qaeda Mesopotamia y la a lideraba Abú Musab al Zarqawi, lugarteniente de Bin Laden en Afganistán.
Fue el primer experimento territorial de lo que hasta el momento era una estructura fantasmal compuesta por células dormidas que eran activadas desde una neurona central.
Cuando tras la muerte de Al Zarqawi llegó al mando Abu Bakr al Bagdadí, Al Qaeda Mesopotamia rompió con la conducción del egipcio Aymán al Zawahiri, el sucesor de Bin Laden, porque desobedeció la orden de no intervenir en la guerra civil siria, donde Al Qaeda ya había destinado al Frente al Nusra.
Tras la ruptura, se rebautizó ISIS, se zambulló en el conflicto sirio y obtuvo por ello la millonaria financiación saudita y qatarí, archienemigos del régimen de Bashar al Asad.
Hoy tiene más poder que Al Qaeda y, además de controlar como ejército regular una porción territorial equivalente a Bélgica, recreó la estructura de células dormidas creada por Bin Laden.
La que puso París bajo fuego no tiene como principal objetivo que Francia retire sus aviones de la coalición que bombardea a ISIS en Siria e Irak, ni que retire su ejército del norte de Mali. El objetivo principal es que la sociedad abierta se cierre y que el Estado de Derecho suspenda libertades públicas e individuales.
Ninguna democracia puede defenderse de ese tipo de enemigo ni evitar ese tipo de ataques. Por eso, el blanco de ISIS es la democracia europea. Y también la comunidad musulmana. Los yihadistas buscan que los musulmanes de Europa queden bajo sospecha y sufran la vigilancia permanente, la desconfianza y el hostigamiento.
El ataque procura que Francia y toda Europa cierre sus fronteras a los refugiados sirios y también que comience a deportar a los que y han ingresado al viejo continente.
Buscan crear una conflagración global que no será entre ejércitos regulares sino contra ejércitos fantasmales que procuran, mediante el miedo, que los Estados de Derecho se conviertan en totalitarismos xenofóbicos.
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