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Por Juan Turello. La inflación no es solo un duro golpe presente, sino que el fenómeno persistirá en el mediano plazo y en los dos próximos años, si no hay una corrección y un acompañamiento al esfuerzo que exige encaminar el desorden macroeconómico que vive la Argentina, señala mi nota en La Voz.
Los precios subieron 6,7% en marzo, lo que supone un incremento de casi 50% en relación con el promedio de febrero (4,7%), con cepo y control del dólar y tarifas cuasi congeladas.
El relevamiento de expectativas de mercado (REM) del Banco Central prevé para este año una suba de 60% en la “inflación núcleo”, que no incluye los productos estacionales ni los precios regulados, por caso, combustibles y tarifas. La encuesta entre 41 entidades vinculadas con la economía arrojó que para 2023 se proyecta una suba de 47,5% y para 2024 de 40,9%.
No sólo los dirigentes políticos anticipan un año conflictivo, sino que hasta los astrólogos (Jesús López entre ellos) imaginan un período de “convulsión entre abril y noviembre”, con activa participación de gremios y organizaciones sociales.
¿Se animará el Presidente a despedir a los kirchneristas que controlan el 71% de “las cajas” del Estado nacional? ¿Avanzará sobre segundas o terceras líneas que traban la aplicación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional?
El subsecretario de Electricidad, Federico Basualdo, estimó que la suba promedio de la luz sería del 65%, en un trabajo que elaboró para poner en duda el llamado a una audiencia pública.
La audiencia se hará entre 10 y 12 de mayo próximo bajo una fundamentación oficial de que el aumento sería sólo de 17% para usuarios residenciales, sin considerar al 10% de la población más rica, que pagará la tarifa plena, ni a beneficiarios de la tarifa social.
La falta de señales claras por parte del Gobierno alimenta la incertidumbre para dejar atrás un fenómeno que degrada las condiciones de vida.
Los consultores del sector están más cerca de los números de Basualdo que de la estimación de Martín Guzmán, además de advertir sobre la falta de gas natural.
El ministro promete fortalecer las reservas (dólares) del Banco Central y bajar la emisión para pagar el déficit.
En forma paralela, seguirán los acuerdos de precios y los aumentos vía paritarias, aunque los números en el sector privado -alrededor del 45%- están lejos de la inflación proyectada.
Ese esquema parece tambalear ante el incremento en las tarifas, que regirá desde junio, y por otro ajuste en los combustibles, ante el alza de los precios internacionales.
A esos movimientos se agrega el compromiso de actualizar el valor del dólar al ritmo de la inflación, asumido ante el FMI.
El regreso a una inflación moderada requiere de una sintonía fina por parte de un Gobierno que tiene enormes dificultades de gestión, por la pelea interna y por la falta de respaldo social.
Los Cortes Populares, que tenían autorizado un aumento de 2% en marzo, tuvieron incrementos de entre 6,6% y 9,5%, según el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA). En 12 meses, aumentaron entre 56,3% y 59,9%, por encima de la inflación promedio.
El campo realizará una demostración de fuerza el próximo sábado por parte de productores autoconvocados, que constituirá una advertencia al proyecto de avanzar sobre “la renta extraordinaria” , como sugirió Guzmán.
“Esta inflación necesita ser domesticada”, insisten desde el Fondo. El Gobierno tiene poca credibilidad, lo que afecta todas las medidas que propone.
El 79% cuestiona el esquema propuesto por el Gobierno y las medidas implementadas, según Horus Inteligencia Cognitiva, que analizó la opinión de 4.704 personas y 817.924 interacciones en redes sociales.
Para colmo, la mitad del equipo juega en contra y piensa en su capital político para las elecciones de octubre de 2023. Una eternidad frente a las urgencias actuales.