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Por Claudio Fantini. El accionar de la Justicia en Brasil ya está dejando en evidencia el envilecimiento y anquilosamiento de los demás sistemas de la región. En particular el de la Argentina, donde la Justicia -históricamente- se detiene a los pies del poder político y económico.
Que poderosísimos políticos y archimillonarios empresarios estén presos y condenados, no implica que los magistrados brasileños sean infalibles, y que el sistema judicial del gigante sudamericano sea comparable al escandinavo. Ni mucho menos.
Incluso, es posible que el juez Sergio Moro esté sobreactuando la seguridad que tiene de las pruebas que acumula contra Lula. Parece demasiado ansioso por encarcelar al ex presidente.
La Justicia en Brasil ha condenado y encarcelado a muchos políticos poderosísimos, como el ex jefe de Gabinete José Dirceu, y ahora al dueño de la empresa de construcción más grande de Latinoamérica: Marcelo Odebrecht. ¿Es concebible algo así en la Argentina?
¿Empezará en algún momento a sentir la Justicia argentina algún pudor, frente a lo que lleva años mostrando la Justicia de Brasil?
Para nuestra dimensión judicial, lo que pone en duda la solidez de la detención de Milagro Sala, es que personajes como Amado Boudou estén libres a pesar de la gravedad de los delitos que se le imputan.
Que Odebrecht esté condenado y preso en Brasil y que Lula haya tenido que declarar, torna increíble pensar que -de actuar igual la Justicia de la Argentina, con la contundencia de la evidencia en casos como Hotesur-, Lázaro Báez y Cristina Kirchner debieran estar en peor situación.
Al Capone terminó en una celda de Alcatraz por evadir impuestos. Posiblemente, la suma que debía aquel mafioso ítalo-americano era inferior a los 8.000 millones de pesos en impuestos que no pagó Cristóbal López. En tiempo récord, la Audiencia de Barcelona condenó a un año de prisión al astro argentino Javier Mascherano por evadir impuestos.
¿Se verá la misma celeridad en el caso de Cristóbal López? ¿Empezará en algún momento a sentir la Justicia argentina algún pudor, frente a lo que lleva años mostrando la Justicia de Brasil?