Por Claudio Fantini. ¿Debe sorprender que ISIS (Estado Islámico) planeara un atentado en las Olimpíadas de Brasil? En absoluto. ¿Puede llegar el jihadismo más criminal y lunático a ensangrentar a un país sudamericano? Sí. ¿Por qué? Porque si Al Qaeda inició la globalización del terrorismo ultraislámico, ISIS se propuso completarlo y descubrió un método más eficaz para alcanzar esa meta.
Alentó convertir a psicópatas en jihadistas espontáneos, dispuestos a ejecutar un único acto exterminador, porque se los induce a morir masacrando.
Las “células dormidas” de Al Qaeda fueron integradas, en su mayoría, por mujaidines que acudieron a la guerra afgana contra la ocupación soviética y, al regresar a sus respetivos países, dejaron sus direcciones y datos a quienes los habían reclutado: Osama Bin Laden y Aymán al Zawahiri.
Luego, a través de quienes habían combatido en Afganistán, esas células se reprodujeron como metástasis. Pero siempre se trató de una estructura, en la que los terroristas estaban orgánicamente vinculados a una estructura, de la que habían recibido adiestramiento y adoctrinamiento, luego un plan terrorista y, finalmente, una orden para ejecutarlo.
Si esa modalidad creada por Al Qaeda ya era muy difícil de detectar para los servicios de seguridad y los aparatos de inteligencia, el paso que dio ISIS implicó alcanzar una dimensión mucho más indetectable.
❝La última dimensión del terrorismo, que incluye la mutación permanente que le permite eludir medidas de la seguridad, ha llegado para quedarse y extenderse por el mundo.❞
Ya no hay pertenencia a una estructura. Ni siquiera adiestramiento ni contacto. Se trata de la elaboración de mensajes psicológicamente calibrados para detonar el instinto exterminador de los criminales en potencia.
Cuando esas mentes carcomidas por odios, resentimientos o, sencillamente, el deseo destructor de los psicópatas, abrevan en los mensajes lanzados a Internet para detectarlos y hacerlos entrar en trance exterminador, se produce la conversión espontánea en el jihadista que muere masacrando.
No matan por un fanatismo religioso o ideológico, sino porque son psicópatas activados para aniquilar. Y esas mentes en las que hay un gatillo que cierto tipo de mensaje sabe detectar y apretar, están presentes en todas las culturas y en todos los rincones del planeta.
Por ahora, esos mensajes son diseñados en códigos que sirven dentro de la cultura islámica. Pero pueden ir más allá del Islam. Es por eso que la última dimensión del terrorismo, que también incluye la mutación permanente que le permite eludir las medidas de la seguridad antiterrorista, ha llegado para quedarse y extenderse por el mundo.
Afirmar lo contrario suena bien, como siempre suenan las mentiras piadosas.
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