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Por Claudio Fantini. Nicolás Maduro usa los comicios como emboscadas. Las urnas de este domingo parecen una trampa perfecta. La dirigencia opositora quedó obligada a optar entre lo malo y lo peor. Para María Corina Machado y otros líderes opositores, lo peor es ir a votar; pero para la mayor parte en la conducción de la Mesa de Unidad Opositora (MUD), aunque votar en las condiciones planteadas es malo, peor aún sería no votar. ¿Por qué?
Porque repetiría, esta vez con las gobernaciones, el error que cometió en las Legislativas de 2005, cuando por no participar dejó la Asamblea Nacional totalmente en manos chavistas.
Maduro ni siquiera ocultó la trampa que preparó con estas elecciones regionales. Al contrario, ostentó la jugarreta para colocar a la MUD entre lo malo y lo peor. Lo hizo al decir que votar implica reconocer legitimidad a la Asamblea Constituyente, porque el comicio ha sido convocado por ese ente impuesto por el régimen.
Los opositores que voten estarán reconociendo, de hecho, un instrumento ilegítimo. Y los que no voten, mejorarán las chances de los candidatos oficialistas.
No es la única trampa. Criticado y aislado internacionalmente, entre otras cosas, por haber suspendido al calendario electoral, Maduro convocó sorpresivamente para diciembre las elecciones a gobernadores que debieron realizarse el año pasado. Luego, también sorpresivamente, adelantó el comicio para acotar el tiempo para que la oposición acuerde y se organice.
Es imposible saber si la mayoría contraria al régimen de Maduro votará o si serán más los que no voten. Incluso, si no se hubiera anunciado que votar es avalar la Constituyente, faltan alicientes para ejercer el sufragio.
Los centros de votación donde el mapa político muestra mayorías opositoras han sido cambiados arbitrariamente de lugar, siendo reubicados en zonas distantes, inseguras o controladas por grupos chavistas violentos.
A esto se suma que el Consejo Nacional Electoral (CNE) responde al régimen y no dudaría en cometer fraude. De hecho, falsificó la participación de votantes en la elección de Constituyentes, comicio en el que sólo hubo candidatos chavistas y en el que la empresa que realiza el conteo de votos desmintió la cifra que dio la CNE.
Todo desalienta al votante opositor. Pero en la opción entre lo malo y lo peor, el error más grave de la MUD fue, una vez más, no acordar una decisión unánime.
Maduro tendió la celada. Lo que juega en su contra es nada menos que el desastre causado por su régimen. Es tan grande y devastador, que quizá no pueda ganar ni siquiera haciendo trampas.