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Por Eugenio Gimeno Balaguer. Construir un equipo implica pasar de un ámbito de seguridades personales a otro, de seguridades compartidas. La inteligencia de un grupo que quiere ser un equipo se concreta en la búsqueda de evidencias compartidas y en la corroboración incesante de lo que piensan cada uno de sus miembros mediante la crítica, el debate y la prueba. Esto asegura el funcionamiento grupal previniéndolo de sesgos, estereotipos y autoritarismo.
Los grupos que quieren ser equipos enfrentan varios desafíos. Entre ellos, el coeficiente de adversidad natural que se refleja en las dificultades encontradas por la escasez de recursos durante la realización de ciertas actividades; la necesidad de integrar diversas motivaciones (por caso, algunas apremiantes necesidades insatisfechas) y los sentimientos contradictorios respecto a la fijación de prioridades para la acción.
Los problemas prácticos incluyen todos estos factores y algunos más para su resolución.
Construir una realidad como la que seguramente todos deseamos implica, a nivel personal, conocimientos, sentimientos, creencias, voluntades y cooperación; lo que en resumidas palabras se traduce en la integración y movilización de todas nuestras capacidades.
¡Cuidado! “De nada vale que el entendimiento se adelante si el corazón se queda”, decía Baltasar Gracián en el siglo XVII. Sin ánimo hacer odiosas comparaciones puedo afirmar que aquel que manifiesta que es más difícil construir un puente que un equipo de trabajo, no sabe lo que dice.
Existen tres tipos de «verdades» para los miembros de un grupo que quieren constituirse en un equipo de trabajo. A saber:
1.-Verdades personales que están estrechamente relacionadas con la percepciones directas. Por ejemplo: la confianza que tengo en una persona es producto de la evidencia que tengo sobre ella. Advertencia: esto puede tornarse falso a medida que se adquieren nuevas experiencias.
2.-Verdades grupales que son compartidas por un grupo en miras de ser un equipo. Son comunes y participadas. Su consenso fortalece las verdades personales. “Mi creencia ha aumentado infinitamente desde el momento en que otro ser humano ha empezado a creer lo mismo que yo”, decía el mismo Gracián.
3.-Verdades de la empresa que son generales e intersubjetivas con evidencias suficientemente corroboradas. Están al alcance teórico de todas las personas y son sometidas a rigurosos criterios de verificación.
En ARGEX solemos trabajar estas verdades con diversas empresas, a través de una serie de actividades, pero vaya si haría falta llevarlo al campo de la formación de nuestros políticos y funcionarios.