En un domicilio particular de Tigre, provincia de Buenos Aires, donde se había recluido para transitar el posoperatorio de una cirugía en la cabeza, murió de un paro cardiorespiratorio Diego Armando Maradona, el mayor ídolo del fútbol argentino y uno de los grandes del deporte a nivel mundial.
Dotado de un talento excepcional, incomparable en las canchas, pero con una vida desordenada en el ámbito privado, Maradona representaba el sueño de millones de argentinos de rebelarse contra aquellas organizaciones que dominan la vida global, como la FIFA, Estados Unidos y hasta Inglaterra.
Por esa razón, «el gol a los ingleses» y el Campeonato del Mundo en 1986 son recuerdos imborrables y casi insuperables para los argentinos.
Sus posiciones en favor de Cuba, en defensa de la Venezuela de Nicolás Maduro y del kirchnerismo, terminaron por dividir a los argentinos en cuanto a sus opiniones sobre tales actitudes políticas.
Sin embargo, su talento, su destreza dentro de las canchas y la fuerza para conducir al grupo humano que lo rodeó (en los mundiales de 1986 y de 1990, como jugador, y de 2010, como técnico de la Selección Argentina en Sudáfrica) estarán por siempre en la memoria y el corazón de los argentinos.
El Gobierno decretó tres días de duelo nacional.