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Por Claudio Fantini. La complicada semana del gobierno de Alberto Fernández terminó con un reclamo muy revelador de la canciller alemana, Angela Merkel, sobre la crisis económica. En el mensaje enviado a la conferencia de la Unión Industrial Argentina (UIA), la canciller de Alemania reclamó al presidente argentino que emita “una clara señal política” para recuperar la confianza de los acreedores y de los actores del mercado.
Merkel también dejó entrever que el gobierno alemán no percibe un claro compromiso de las autoridades argentinas con el acuerdo alcanzado entre el Mercosur y la Unión Europea, firmado por Mauricio Macri el de 2019.
El mensaje de Merkel parece dejar en claro que desde el mundo se percibe la parálisis de Alberto Fernández por la disfuncionalidad que padece su Gobierno.
La disfunción lo condena a la ambigüedad y a la indecisión. Se trata de una consecuencia del poder paralizante de Cristina Kirchner, que explicaría, entre otras cosas, porque Alberto Fernández no tiene plan económico.
Merkel ha gobernado con una coalición entre la centroderecha y la centroizquierda, pero eso no hizo de su gobierno un monstruo bifronte que se autodaña y se paraliza. La canciller alemana no puede entender la disfuncionalidad que el Gobierno bifronte argentino padece de manera paralizante.
La estadista más valorada del mundo señala que la disfuncionalidad en la economía también provoca estragos en otras áreas.
El recurrente problema de que termine mal lo que es fácil hacer bien ya empieza a ser un rasgo de la gestión de Alberto Fernández.
Alberto Fernández trataba de mostrarse en pie tras el porrazo que se dio por cargarse al hombro el féretro de Maradona para congraciarse del afecto popular por el ídolo fallecido, cuando chocó torpemente con el canciller argentino, Felipe Solá, quien exhibe negligencias propias.
Al fin de cuentas, el Presidente y su círculo íntimo llevan meses aislando al Solá y dejándolo de lado en lo concerniente a la política exterior. Es posible que lo hayan inducido al error para dejarlo en ridículo y hacerle sentir, de manera cruel, su soledad.
El estropicio cometido por el canciller en la relación con Washington es la disfuncionalidad del gobierno. Y esa disfuncionalidad es consecuencia de la distribución del poder entre el peronismo que representa el presidente y el kirchnerismo de la vicepresidenta.