Por Rosa Bertino (Periodista, especializada en temas de Espectáculos). Si no fuera porque difícilmente lean algo que no sea Paparazzi, Semanario o un catálogo de Falabella, podría decirse que un par de entrevistadores y “mediáticos” porteños…
… leyeron mi columna anterior y descubrieron los alcances del “teleproxenetismo”. Es decir el oficio más viejo del mundo, ejercido a través de nuevos medios y redes sociales, a prudente distancia de cualquier ley de trata, denuncia policial o investigación de la AFIP. No es que uno se ponga moralista. O no es sólo por eso. Pasa que el mal gusto y la impunidad pueden ser tan lesivos como la falta de ética.
Esta semana, una indescriptible Natacha Jaitt (foto) se dedicó a ventilar tarifas, procedimientos y anomalías de la “profesión”. Así cayeron Cynthia Fernández, Rocío Marengo o el supuesto de que Luis Miguel y Robbie Williams pagan con canjes. Santiago del Moro (Infama), Beto Casella (Bendita) y Viviana Canosa la escuchaban con gesto escandalizado o socarrón. En cuanto a Canosa, dueña de su propia marca registrada e inminente esposa y madre, luce convencida de: «No soy yo… es la tele».
Hablando de mal gusto, ¿se puede saber qué le ven los hombres a Natacha Jaitt? La morocha es un camionero con minifalda, con menos modales que un patovica. El estilo “guarro” cunde en la pantalla siestera o vespertina, provocando arcadas.
En estos momentos se discute mucho, y hay real preocupación por lo que pueda aparejar la aplicación de la Ley de Medios. Sin embargo, no logramos saber qué pasará con los contenidos televisivos y radiales. ¿Alguien los vigilará? ¿Alguna vez los controlarán? El ex COMFER (hoy AFSCA) es una entelequia y no hay un “bromatológico” que decomise los productos que exhiben Canal 9, América, Crónica TV y Magazine. En el ámbito local, podemos incluir algunos envíos de Canal C, que van desde la superchería mentalista a los entretelones del mundo cuartetero.
El lector puede aducir que los cinco canales entran sólo por cable. Pues éste ha crecido más de lo que parece y no hay peluquería, sala de espera, estación de servicio o quiosco que no tenga la televisión puesta en los escándalos que promocionan los programas que antes eran sólo de «chimentos» del espectáculo.