Por Claudio Fantini. Quizá nunca se sepa con exactitud la magnitud de los daños causados por el...
Mientras se debate en el Congreso cómo deberían actualizarse las jubilaciones y pensiones, el...
Por Juan Turello. El duro ajuste de Javier Milei incluye a muy pocos ganadores, aunque en las...
El Grupo Autocity concretó en los últimos meses dos hechos que ratifican su liderazgo en la...
Domingo Cavallo está en Córdoba, donde dice que "estudia" y se reúne con amigos, a muchos de los...
En los últimos días Google ha utilizado sus famosos Doodles, con una serie de juegos vinculados a...
Durante un acto realizado en la sede de la Fundación OSDE, en la ciudad de Córdoba, realizamos la...
El domingo pasado, desde la cuenta @Pontifex_es, se publicó el primer tuit del papa Francisco,...
El duro ataque del empresario Jorge Petrone, dueño de Gama (una de las mayores desarrollistas de...
Suscribite al canal de Los Turello.
Por Gastón Utrera (Economista, titular de la consultora Economic Trends SA). Una de las noticias económicas de la semana es la idea -reflotada por enésima vez- de un pacto social de precios y salarios, como instrumento para moderar las presiones inflacionarias.
Resultará difícil convencer a los sindicatos de que acepten subas salariales inferiores a las de este año en un contexto de fuerte emisión monetaria y aumento del gasto público, más todavía con una CGT dividida. En las negociaciones participa la CGT oficial, que conduce el metalúrgicoAntonio Caló (en la foto junto a Cristina Kirchner), el que negó que hubiera acordado limitar las futuras paritarias a un aumento del 20%.
Pero cabría preguntarse, incluso, si tiene sentido un pacto social. La respuesta está en los tres tipos de políticas antiinflacionarias que suelo plantear: programas ortodoxos, que se enfocan sólo en las políticas monetaria, fiscal y cambiaria, pero suelen fracasar porque descuidan la inercia inflacionaria; programas populistas, que sólo se enfocan en las políticas de ingresos (pactos sociales o congelamientos de precios y salarios), pero terminan fracasando porque generan efectos “olla a presión” por no prestar debida atención a las políticas monetaria, fiscal y cambiaria; programas heterodoxos, que se ocupan tanto de las políticas monetaria, fiscal y cambiaria como de las políticas de ingresos, y tienen chances de reducir la inflación rápidamente, sin frenar la economía, en la medida en que sus componentes estén adecuadamente calibrados.
El nuevo intento de pacto social tendría sentido en el marco de un programa heterodoxo que apunte a reducir la inercia de la suba de precios mientras se moderan las políticas que generan inflación. Pero tiene menos sentido en el contexto actual, en el cual las políticas fiscal y monetaria operan a altas revoluciones, sin indicios de moderación durante 2013.
En síntesis, pocas chances de éxito para el nuevo intento de pacto social.
Click aquí para seguir leyendo más sobre este tema.