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Por María del Carmen Rosso (docente, Magister en Inglés con orientación en Literatura Angloamericana). Los acontecimientos de las últimas semanas en París ameritan compartir los resultados del análisis realizado como integrante del grupo de estudio dirigido por la Dra. Cristina Elgue de Martini, sobre el tema “La Justicia en la cultura y la cultura de la Justicia”.
El grupo mencionado tuvo como sede en la Facultad de Lenguas de la UNC. En ese ámbito, elegí analizar la novela Terrorista de John Updike, de 2006. En la obra, Ahmad Ashmawy Mulloy, el personaje central del relato, es instruido en la fe islámica desde los 11 años por el imán Shaik Rashid y es manipulado por sus mayores para perpetrar un ataque terrorista en el túnel Lincoln, debajo del río Hudson en Nueva York. La terrible agresión nunca llega a hacerse realidad por el respeto y el amor que Ahmad guarda en su interior hacia la vida como don divino.
Terrorista es un testimonio claro de la complejidad que ha adquirido la cuestión árabe en el presente, y las acciones y discursos de sus personajes nos muestran los diferentes ángulos desde los que se puede ver el panorama general. La novela es un cuadro que muestra un abanico de posicionamientos, todos válidos y con fundamento, justificación y discurso propio.
Al leer la ficción de Updike, uno tiene la sensación de que se ha llegado a un punto en el que ambos grupos humanos, a saber árabes y norteamericanos, se sienten tremendamente mal unos hacia otros, y lo que quieren hacer es agredir o hacerse daño, ya sea para protegerse a sí mismos o para vengar algo que ellos piensan que es justo vengar.
Entonces, la idea de justicia, o sea la habilidad de decidir qué es realmente equitativo para todos, desde el vamos, va a ser totalmente diferente dependiendo de qué lado se encuentre uno. En el ensayo se incluyen opiniones y visiones de la situación y de sus diversos aspectos aportadas por Noam Chomsky, Edward Said, Terry Eagleton y Martin Amis, autores y críticos del mundo anglófono.
La conclusión del trabajo se enuncia a través de preguntas: ¿Dónde encaja la palabra “justicia” en todo este panorama? ¿Seguirán las políticas externas de los Estados Unidos siendo de tal calidad que van a seguir provocando acciones como las descritas en la novela o hay margen para la esperanza?
O tal vez tengamos que seguir pensando con el sofista griego Trasímaco que aquello a lo que se llama justicia es la forma de satisfacer los intereses de aquéllos que detentan el poder. Los poderosos hablan de justicia, pero, en verdad, lo único que quieren es reforzar y justificar su control sobre el resto de los miembros de la comunidad. En forma resumida, la justicia es una forma de esconder intereses particulares.
A título personal, me atrevo a decir que cada una de las partes tiene una idea totalmente diferente de lo justo y no es sin un tremendo esfuerzo que los líderes mundiales van a poder alcanzar consenso y encontrar una solución para superar esta situación que todos sientan como equitativa.