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Sin la espontaneidad del 13-S (13 de septiembre), se realizará esta noche otro cacerolazo contra Cristina Kirchner, en rechazo a las políticas oficiales y al estilo de gobierno de la Presidenta, al que sus convocantes califican como autoritario y soberbio.
La anterior movilización fue impulsada de modo espontáneo a través de las redes sociales y sorprendió al kirchnerismo, que de inmediato salió a descalificarla. La frase más dura fue pronunciada por el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina (en Twitter: @juanabalmedina), quien dijo: «Seguramente que a los participantes les preocupa más lo que sucede en Miami que en San Juan», donde ese día había estado la Presidenta (@CFKArgentina).
Esta marcha, en cambio, fue prevista con antelación y cuenta con la adhesión de varios dirigentes políticos (Mauricio Macri, José Manuel de la Sota, Hugo Moyano, entre otros), aunque no participarán de las movilizaciones. El anterior cacerolazo también fue señalado como un llamado de atención a la oposición.
Se espera una adhesión multiltudinaria en la Capital Federal –podría convocarse unas 300 mil personas, según proyecciones extraoficiales-, Córdoba y Santa Fe, en tanto la protesta no tendría igual repercusión en las ciudades del norte argentino -hay una fuerte presión de los gobiernos provinciales y municipales, que controlan los planes asistenciales- ni en el sur, donde los habitantes están más dispersos y se concentran en pocas ciudades.
Entre los motivos de la convocatoria subyacen diversos motivos, aunque la inseguridad, la inflación, el cepo al dólar (el modo principal de ahorro de la clase media ante la suba de precios) y el proyecto de re-reelección de Cristina Kirchner, aparecen como los más convocantes. Para estos sectores, la Presidenta se conduce con un estilo autoritario y soberbio.
Los militantes kirchneristas han minimizado la convocatoria, pero sin dudas les preocupa que una oposición difusa, sin líderes políticos y con fuerte presencia de clase media rechace las políticas del «gobierno nacional y popular», como lo definen los partidarios y fanáticos de la Presidenta.
El 8-N ya despertó frases muy polémicas. Entre los miembros de la fuerza de choque que usaron los K para descalificar la protesta se contaron: Luis D’Elía: «Mañana (por hoy) los tilingos del 8-N comenzarán con su diatriba golpista«; Estela de Carlotto: «Me preocupan algunos signos nazis que aparecen en los cacerolazos»«; y Aníbal Fernández: «La protesta es un invento de una facción ultraderechosa«.
En las redes sociales, se vio durante la semana una activa participación de quienes convocaron al cacerolazo (foto), como por parte de organizaciones y militantes que levantaron el eslogan: «8-N yo no voy».