Por Eugenio Gimeno Balaguer. La comunicación es el valor fundamental para el crecimiento personal y mucho más aún para la permanencia y eficacia de las relaciones dentro de las instituciones, y de ellas entre sí. No hay comunicación si no hay un mínimo de valores compartidos, incluso aunque sean lejanos en el tiempo o en el espacio. Si esto no existe, puede haber información pero nunca comunicación.
A veces, queremos disimular los problemas de comunicación con un SMS o What’sapp, pero el problema es más serio | Foto: archivo Turello.com.ar
También las ganas de comunicarse juegan un rol importante, si no, caemos en el formalismo de enviar un SMS, un What’sapp, un e-mail, o dejar, cuando más, un mensaje en un casillero.
A veces, nos encontramos en un escenario donde nuestro interlocutor está disperso o “en otro canal”. Es allí donde nosotros, como gestores del inicio de la comunicación, debemos poner cuidado y cambiar el ambiente poniendo “ganas” y sumar, al mensaje escrito, el verbal o a la distancia, la presencia.
Hay otro elemento que es la necesidad de recibir, y ésta es una cualidad que debemos despertar en quien nos escucha. Tenemos que crearla para ser eficaces en el propósito.
Es lo más frecuente en las familias y en las instituciones, en las empresas y en el sector público, entre la gente común y los dirigentes. ¿Por qué se produce la incomunicación? Son tres los factores: