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Por Juan Turello. Las impactantes imágenes de las concentraciones de esta semana en distintos puntos de la Argentina terminaron por visibilizar un cóctel que contiene una fórmula peligrosa: inflación, pobreza y descontento social, señala mi nota en La Voz.
Más allá de los debates sobre el rol de los dirigentes piqueteros en esas marchas y el pago que reciben quienes asisten a los acampes, lo cierto es que los miles de asistentes que coparon las principales calles del país son pobres o viven en la miseria.
Por Juan Turello. El Fondo Monetario Internacional (FMI) dio el visto bueno al acuerdo con la Argentina, que supone un alivio en los balances del organismo internacional y una cuasi moratoria por dos años en la deuda de nuestro país, señala mi nota en La Voz.
Ahora, queda el cumplimiento durante 30 meses de metas fiscales, monetarias y cambiarias, que no son incumplibles en un Estado ordenado y con una conducción centralizada. Sin embargo, esas metas se convierten en una cumbre tan difícil como escalar el Everest para un Gobierno débil en políticamente, con una fuerte división interna y enfrentado con los sectores productivos.
Por Claudio Fantini. La fiesta que hizo Cristina Kirchner para agasajarse a sí misma con la devoción de artistas y de periodistas es peor -en términos de ética pública- que el festejo del cumpleaños de Fabiola Yáñez en Olivos, con la presencia del presidente Alberto Fernández, quien había prohibido ese tipo de reuniones a los argentinos. A diferencia de ésta, la fiesta de la vicepresidenta no fue ilegal. Pero fue obscena. Veamos.
Por Claudio Fantini. Lo que hizo Alberto Fernández es lo peor que se podía hacer; le restó importancia a la grave violación del aislamiento durante el cumpleaños de su pareja, Fabiola Yañez, en Olivos. Es grave porque se puso por encima de las leyes, incluso las que él impuso en el momento más duro de la pandemia, lo que prueba que el Presidente no creía en la necesidad de cumplir con las medidas que dictaba. ¿Vale el juicio político?