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Por Juan Turello. Las primeras 48 horas le dejaron a Sergio Massa un sabor agridulce. Y es posible que esa sensación lo acompañe el resto de su gestión, más allá del ímpetu con el que llegó al sillón más caliente del poder en Argentina, señala mi nota en La Voz.
Los resultados fueron dispares, pese al apoyo de grandes empresarios (ligados a los negocios con el Estado) y los cánticos políticos con los que asumió ante 500 invitados y en un espacio inédito, el Museo del Bicentenario.
El dólar blue y los financieros mostraron una calma relativa, pero los bonos de la deuda no logran despegar. Los bancos JP Morgan y Goldman Sachs y la agencia Bloomberg sintetizaron el anuncio de las primeras medidas como “gusto a poco”.
Por Claudio Fantini. Es un error pensar que a Alberto Fernández no le conviene que la economía argentina termine de estallar. Desde la posición en la que quedó tras la inesperada ventaja que consiguió en las PASO, al candidato peronista no le resultaría imposible dar el empujón que falta para un estallido que incluiría una corrida financiera, un corralito y la hiperinflación.