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  • Nisman: la guerra sobre el cadáver

    Publicado: 26/01/2015 // Comentarios: 0

    Por Claudio Fantini. El Gobierno no hizo lo que tenía que hacer en una circunstancia como ésta. Al contrario, hizo justamente lo que no debía si quería evitar que una situación sombría se volviera totalmente oscura.

    Con la presidenta comandando las acciones, todos los batallones kirchneristas (el judicial, el dirigencial, el periodístico, el artístico, etcétera), que habían linchado al fiscal Nisman en la antesala de su muerte, continuaron linchándolo posmortem y repitiendo como si fueran verdades absolutas las cambiantes teorías conspirativas lucubradas en Olivos.

    Los acusados por Nisman, de izquierda a derecha: Andrés Larroque, Luis D’Elía, Cristina Kirchner, Héctor Timerman y Fernando Esteche. | Imagen: Infobae.

    Con el kirhcnerismo en patética demostración de obediencia debida, nadie salió a pedirle cuentas a Larroque, D’Elía y Esteche, entre otros que figuran directa o indirectamente en las grabaciones de Nisman, sobre las turbias tratativas que mantenían con el régimen de los ayatolas.

    El hecho de que hayan pasado los días sin que ningún dirigente kirchnerista, ni funcionario gubernamental, haya planteado la necesidad de poner bajo la lupa a los hombres que actuaban como si fueran agentes o mandaderos de Irán, con el agravante de que posiblemente sea el país responsable de la peor masacre de argentinos ocurrida en democracia, muestra que la homogeneidad del oficialismo en el apoyo a las teorías que lanza la Presidenta tiene un verticalismo inmensamente eficaz y sin fisuras, pero no un convencimiento verdadero y, como tal, capaz de irradiarse a la sociedad.

    También prueba la existencia de un eficiente aparato de propaganda, capaz de hacer que una versión se repita hasta que parezca cierta. El problema es no haberle exigido públicamente a Andrés Larroque -uno de los líderes de La Cámpora- una explicación sobre sus contactos con quienes, tal como lo prueban las grabaciones de Nisman, intentaban una diplomacia paralela para acordar la impunidad de los iraníes en la masacre de la AMIA.

    En lugar de apartarlos preventivamente y de poner bajo sospecha a Luis D’Elía, el Gobierno escupe acusaciones sobre el cadáver del fiscal y se victimiza hablando de conspiraciones que involucran a la verdadera víctima: Alberto Nisman.

    A esta altura de la tragedia institucional que vive la Argentina, no exigir públicamente a Larroque, D’Elía y los demás que aparecen en las grabaciones de Nisman, equivale a encubrirlos. Y el encubrimiento es señal de complicidad, no de inocencia.■

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    Politólogo y periodista. Analista político en medios argentinos y del exterior. Profesor y mentor de Ciencia Política en la Universidad Empresarial Siglo 21 (UES21). Autor de varios libros, el último de los cuales es la La Gravedad del Silencio.

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