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  • Chávez y Mandela, las caras opuestas de la efigie de Jano

    Publicado: 20/12/2012 // Comentarios: 0

    Por Claudio Fantini (Periodista, politólogo y docente de la UES 21). Jano era el principium deroum de la mitología romana, o sea el dios de los comienzos. Por eso da nombre a enero. La cara contrapuesta representa el final. Una mira el sol que nace y la otra, al poniente.

    Su cabeza bifronte ha sido siempre la metáfora de lo contrapuesto. Desde esa perspectiva, sirva para describir lo que simbolizan Hugo Chávez (en Twitter: @chavezcandanga) y Nelson Mandela (@nelsonmandela). Perteneciendo ambos al universo de las luchas en pro del igualitarismo, ambos representan sus respectivos reversos. Y si algo los reunió sobre final de este año, fue transitar por la cornisa de la muerte en el mismo puñado de días.

    Chávez y Mandela se encontraron en las portadas de los diarios del mundo porque los dos fueron hospitalizados en grave estado. El exuberante líder caribeño por el cáncer contra el que está luchando y el prócer viviente que África le dio al mundo, por las fatigas que los años, las luchas y la cárcel acumulan en su cuerpo anciano.

    No fue bueno para Chávez ser noticia en los mismos días y por la misma razón que lo era Mandela, precisamente porque la repercusión en los diarios del mundo permitía verlos como las caras opuestas de Jano.

    Lo que los diferencia es que, mientras al líder bolivariano lo ama y venera una gran mayoría de su pueblo, pero el resto lo desprecia; al líder sudafricano lo venera prácticamente la totalidad de la nación que gobernó, incluida la minoría blanca de la que fue el archienemigo hasta que venció al apartheid.

    Por cierto, Mandela es un caso único en el mundo. No sólo Chávez, sino ningún otro gobernante genera una admiración tan unánime, en su país y en el resto del mundo. Pero lo normal es que un líder sea apreciado por unos y no querido por otros. Las excepciones son los casos como el de Chávez (amado y odiado al mismo tiempo), y ese caso único que constituye Nelson Rojilala Mandela: admirado y querido por la totalidad.

    La razón de la diferencia es que Chávez construyó poder sobre la división que enfrentaba a los venezolanos, excluyendo del sistema de decisiones a sus críticos y opositores, como si todos fueran de esa oligarquía políticamente obtusa, socialmente mezquina y económicamente inútil que causó la desigualdad que engendró al chavismo. En cambio, Mandela no excluyó ni estigmatizó a la minoría que había humillado y oprimido a la mayoría con un régimen obsceno de segregación racial. De ese modo, logró el milagro político de la democratización que salvó a Sudáfrica de la guerra civil.

    La lista de diferencias es larguísima y también incluye que uno se quedó a vivir en el poder, mientras que su contracara se retiró tras cumplir su primera y única gestión presidencial, aunque la casi totalidad del pueblo le pedía que se presentara a la reelección, que habría ganado sin ningún esfuerzo. Por cierto, nadie puede reprochar a Chávez no tener la estatura histórica y humana de Mandela, porque ningún otro gobernante la tiene. Lo que en todo caso es criticable es ser el reverso del prócer viviente africano.

    Quedó a la vista en estos días, cuando se encontraron en las portadas de los diarios del mundo.

     

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