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El cordobés Ricardo Jaime se convirtió ayer en el primer “arrepentido” del kirchnerismo en reconocer que recibió dádivas por parte de empresarios del transporte, a quienes debía controlar como funcionario nacional entre 2003 y 2009. Si el juez Julián Ercolini acepta el acuerdo firmado con el fiscal, deberá purgar una pena de 18 meses.
Las “dádivas” provinieron de Sergio Cirigliano, ex titular de Trenes de Buenos Aires (TBA), quien le pagó viajes en aviones privados a Brasil, Córdoba y Uruguay.
Una idéntica actitud a la de Jaime fue asumida por Manuel Vázquez, quien se presentaba como asesor de Jaime, pero conocido en el mundo de los negocios como un “influyente” del kirchnerismo para numerosas decisiones económicas y también para el aporte de fondos para las campañas proselitistas.
Además de esta causa, Jaime enfrenta una acusación en la tragedia de Once, en la que el fiscal pidió 11 años de prisión para quien llegó a ocupar una función clave en la gestión de Néstor Kirchner. Jaime ingresaba al despacho del ex presidente sin audiencia ni presentaciones previas, incluso dejando de lado la influencia de su superior, el ministro Julio de Vido.
El periodista Hugo Alconada Mon, autor del libro La Piñata, en la que describe los principales actos de corrupción del kirchnerismo, recuerda que la caída de Jaime comenzó en 2009 cuando se alejó del Gobierno, por profundas diferencias con De Vido. Además, prácticamente no tenía relación con la presidenta Cristina Fernández, en una situación inversa a la que vivió durante la gestión de Néstor Kirchner.
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Jaime fue calificado como el emblema de la corrupción K, al igual que María Julia Alsogaray fue la cara de igual acusación durante el menemismo. El cordobés también se desempeñó como secretario de Educación de Córdoba en la primera gestión de De la Sota, cuando el ministro era Juan Carlos Maqueda.
Al final del extenso capítulo que le dedica en su libro, Alconada Mon reproduce el siguiente diálogo con Leandro Despouy, titular de la Auditoría General de la Nación (AGN), que denunció gran parte de las irregularidades de la gestión de Jaime.
-¿Mantiene a Jaime como la máxima figura de la corrupción kirchnerista? -pregunta el periodista.
-Es él o Amado Boudou –responde Despouy-, la diferencia es que lo de Boudou quizá fue más brutal, como un ‘lobo solitario’, mientras que Jaime es nada en sí mismo. Sólo existía en relación a (Néstor) Kirchner.