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Por Gonzalo Roqué (@groque2)*. Las encuestas son una herramienta muy valiosa, no sólo para diagnosticar, sino también para pronosticar ciertas situaciones sociales. En tiempos electorales, la intención de voto es la vedette informativa que todos esperan con ansiedad.
Para lograr un acercamiento a esa realidad, hay que tomar múltiples recaudos metodológicos. Aun así, es posible todavía tener errores, ya que lo social tiene per se sus propios vaivenes (los indecisos es un ejemplo).
Lo que no podemos aceptar es una aplicación defectuosa de la metodología y pretender, al mismo tiempo, precisión en el pronóstico. Las encuestas por Twitter son ese caso.
Estamos a días de la elección presidencial y no tenemos tiempo de esperar encuestas domiciliarias o telefónicas con muestras aleatorias de 1.500 casos en todo el país. En su reemplazo, las consultas vía Twitter aparecen como la mágica solución.
❝No podemos aceptar una aplicación defectuosa de la metodología y pretender, al mismo tiempo, precisión en el pronóstico. Las encuestas por Twitter son ese caso❞
¿Y por qué digo defectuosas? Porque la población que responde a una consulta de un tuit pertenece a una cierta comunidad con intereses comunes. Si la encuesta la lleva a cabo por ejemplo TN, los resultados no serán los mismos que si la realiza Página 12. Simplemente, porque las características de visión política de una comunidad es diferente a la de la otra.
Como consumidores de información debemos tener bien en claro que estas encuestas no tienen en absoluto representatividad estadística. Por lo tanto, tienen sólo carácter de noticia periodística (ideal para los ansiosos).
Sin ningún rigor científico.
(*) Gonzalo Roque es especialista en estudios de mercado y marketing estratégico, presidente de la Sociedad Argentina de Investigadores de Marketing y Opinión (SAIMO), fundador y CEO de RVL Marketing.