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Por Claudio Fantini. El nombre de Mauricio Macri en la larga lista de figuras mundiales que aparecen en las portadas de los diarios de hoy, por el caso «Panama Papers», quizá ayude a tender por qué su padre fue tan reticente a respaldar su candidatura presidencial.
En rigor, Franco Macri mantuvo una actitud extrañamente apática hacia toda la carrera política de su hijo. Pero cuando esa carrera entró en la recta que desemboca en la Casa Rosada, directamente se transformó en un mensaje de desaliento.
En una entrevista posterior, el viejo empresario señaló que no quería que su hijo compitiera por la presidencia, porque tenía miedo. Mencionó amenazas y la palabra asesinato, pero es probable que temiera otra cosa. Por caso, que ocurriera lo que está ocurriendo: el nombre y la foto de su hijo recorre el mundo en el barco de los “Panamá papers”. La lista de 140 políticos, empresarios y figuras de todo tipo que tenían o participaban en empresas radicadas en 21 paraísos fiscales.
#Panamapapers resumido: pic.twitter.com/UPeWgxmF1J
— pictoline (@pictoline) 3 de abril de 2016
Es posible que no sea la única firma en el que aparece el presidente. Y su padre debe saberlo mejor que él, porque era Franco Macri quien las armaba. El hecho es que el gran desafío del gobierno argentino es dar una explicación satisfactoria en tiempo récord, que pueda equilibrar la sensación que se expandió a velocidad de rayo en una sociedad agobiada por el vertiginoso crecimiento de precios y tarifas.
❝El gran desafío del gobierno argentino es dar una explicación satisfactoria en tiempo récord…❞
El estudio panameño al que hackearon la información dio una explicación que vale para los inversores expuestos. Dijo que no es delito armar esas empresas y que Mossack-Fonseca no es responsable si las empresas que conformó son luego utilizadas para lavar u ocultar dinero. Eso es técnicamente cierto, como también es cierto que vender armas no hace responsable al vendedor si los compradores luego las usan para matar. El tema es que matar es la función principal de las armas.
Para Macri, la noticia llega en el momento menos indicado. Aunque jamás había posado de puro, el voto que lo llevó al poder incluyó el hartazgo con la corrupción. Y si bien el gobierno aún puede dar una explicación mejor que el primer comunicado, el nombre del presidente vinculado a ese viejo modo de lavar u ocultar dinero, genera dos riesgos ligados entre sí: que active explosivamente el agobio social por las medidas draconianas de sus primeros cien días, y que, en un marco de inestabilidad social y sospecha sobre la figura presidencial, el gobierno pierda apoyo opositor en el Congreso y la imagen de Macri se debilite al punto de desalentar las inversiones a las que apostó su capital político.
Un escándalo que enturbie la imagen presidencial, podría demorar una recuperación económica cuya prontitud es vital para el gobierno que tiene la misión de escribir la primera página del pos-populismo modelo siglo 21 en la región.