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Por Juan Turello. El nombre suena más al de fantasía de un medicamento que al de una inversión. Las Leliq (Letras de liquidez) son eso: una inversión o si se quiere una apuesta financiera para obtener un rendimiento superior al de la inflación, señala mi nota en La Voz. Alberto Fernández introdujo este nombre en una campaña anodina y logró sacudir el tablero político. Repasemos.
Con Mauricio Macri pisándole los talones en las encuestas, lanzó que reducirá la tasa de las Leliq y, con esos recursos, en caso de ganar, pagará un aumento del 20% para jubilados y asalariados; entregará medicamentos gratis a los jubilados y creará cinco nuevos ministerios: de la Mujer, de Ciencia y Técnica, de Vivienda y Hábitat, de Trabajo y de Salud. ¿Puede ser? Repasemos.
Hay que reconocerlo: las promesas son tentadoras para una sociedad donde más de uno de cada tres argentinos está sumergido en la pobreza; los salarios pierden frente a la inflación y en la que los jubilados tienen una vida indigna con sus ingresos, además de otras promesas para científicos e inquilinos.
¿Es posible hacer realidad esas promesas? Es la gran discusión, y sobre ellas volveremos más adelante.
Ahora, nos concentramos en las Leliq. Hoy, el capital y los intereses de las Leliq alcanzan a 1,3 billones de pesos, casi la misma cantidad de dinero que hay en circulación y equivalen –en dólares- al 40% de las reservas, que rondan los 68 mil millones.
Las Leliq sólo pueden ser suscriptas por los bancos ante el Banco Central (BCRA). Si un eventual gobierno decidiera no pagarlas, como insinuó Alberto Fernández, el BCRA debiera entregarles a las entidades financieras un bono. Los bancos, a su vez, trasladarían esos papeles a los ahorristas que constituyeron plazos fijos. Algo similar a lo que sucedió con el plan Bonex 89.
¿Por qué es el interés supera el 60% anual? Porque los bancos toman dinero a entre 48 y 52% y lo prestan al BCRA al 60% . La inflación prevista para este año es de 40% , según coinciden analistas y el FMI. Hay una ganancia real extraordinaria por parte de ahorristas y bancos. Sin dudas.
Si la tasa de las Leliq fuera menor, es posible que esos fondos busquen refugiarse en el dólar, la moneda de confianza de los argentinos.
La alternativa de que los pesos vayan al dólar desataría una corrida, con una fuerte suba en la cotización y el traslado a precios. En suma, corrida cambiaria e hiperinflación, que la gestión de Mauricio Macri trata de evitar desde el 24 de abril de 2018, cuando se desató la crisis.
La única alternativa para que la tasa baje y el dólar permanezca calmo es que los argentinos confíen en el plan que lleve adelante un gobierno. Esto podría verificarse recién a partir del 11 de diciembre. Ahora, no.
Los candidatos debieran explicar cómo harán para tener equilibrio fiscal y en controlar la inflación.
No es viable lo que dice Alberto Fernández que con los intereses de las Leliq podrá aumentar las jubilaciones y salarios, entregar medicamentos libres y cumplir sus promesas electorales. Ese dinero no es del Estado. Les pertenece a los ahorristas y a los bancos.
Lo que sí puede hacer –da igual quién resulte elegido presidente- es generar un clima favorable para que los inversores se olviden del dólar y del plazo fijo y destinen sus ahorros a los negocios. La actual tasa es impagable por las empresas y las familias.
Otra vía es tomar deuda para cumplir las promesas, pero sólo el FMI le presta a la Argentina, y el peronismo rechaza el actual acuerdo.
Podría también emitir dinero, lo cual provocaría una mayor demanda de bienes y servicios, que generaría inflación. Con la suba de los precios, los ahorristas correrían al dólar para conservar el valor de su dinero o a los plazos fijos, que los bancos transformarán en dólares o en bonos del Estado, o sea, más deuda.
Lo que debieran decir los candidatos es cómo harán para tener equilibrio en las cuentas públicas (déficit cero) y en controlar la inflación, el principal reclamo de la sociedad.
Alberto Fernández debe agregar cómo hará para evitar las distorsiones que se conocieron con el kirchnerismo. ¡Ah! De paso, ya admitió que está pensando en cambiar la forma en que el INDEC mide las estadísticas nacionales.