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Por Claudio Fantini. Es probable que la ausencia de Nicolás Maduro (Venezuela), de Daniel Ortega (Nicaragua) y de Miguel Díaz Canel (Cuba), en la asunción de Lula en Brasil, sea un gesto de la nueva política de reconocimiento a todos, pero con menos intensidad y exposición en algunas de esas relaciones. Repasemos.
Está claro que el nuevo gobierno de Lula va a restablecer las relaciones con Caracas y las normalizará con Cuba. Lo que no está claro es que en su tercera presidencia, plantee la fraternidad ideológica y el amiguismo irresponsable.
Entre muchas otras, hay una diferencia crucial entre este momento y el que abarcó los dos gobiernos anteriores de Lula. Ahora, no está Hugo Chávez.
Ahora, no está Hugo Chávez, el exuberante líder caribeño, que corría por la izquierda y lograba arriar a los gobernantes de centro y centroizquierda, mientras embestía de frente contra Estados Unidos y sus aliados europeos.
A Maduro, le fue levantada a último momento la prohibición de entrar a Brasil, por presión de Lula sobre el gobierno saliente.
Es posible que, en el caso de Maduro, al igual que en los de los mandatarios de Cuba y de Nicaragua, la invitación haya ido con el pedido de que no asistan.
Para Maduro, estar en Brasilia (a la que podía llegar a tiempo) y aparecer junto a jefes de Estado, era de gran importancia.
Si no estuvo, es posible explicarlo con una hipótesis, que es una práctica común en la diplomacia.
Lula ofreció restablecer las relaciones bilaterales, que había interrumpido Bolsonaro, e invitarlo al acto de asunción y hacer pública esa invitación, pero pidiéndole que no asista personalmente.
Un caso similar. Hubo un pedido de ese tipo (aunque no igual) de Vicente Fox a Fidel Castro en la Cumbre Extraordinaria de las Américas, en Monterrey en 2002.
El líder cubano cumplió con él pedido de asistir a la cena de apertura y, luego, regresar de inmediato a La Habana. Poco después, lo hizo público en un furibundo ataque al entonces mandatario mexicano.
Lula restablecerá las relaciones con todos, pero lejos de los flashes y de los escenarios. Ya no está Chávez para empujarlo.
Y, además, es probable que, el devenir de esos regímenes ya no le sirva al líder brasileño para posar de un izquierdismo, que en absoluto practicaba en sus anteriores gobiernos.
Revitalizará la Unasur y fortalecerá CELAC, porque siempre apostó a espacios integradores latinoamericanos sin gravitación de Washington. Es una lógica del “liderazgo Brasil”.
El mandatario brasileño es agradecido con Alberto Fernández, porque mostró pública y efusivamente solidaridad con él en los peores momentos que le impuso el juez de Curitiba, Sergio Moro, cuando lo encarceló.
También revitalizará la Unasur y fortalecerá CELAC, porque siempre apostó a espacios integradores latinoamericanos sin gravitación de Washington. Es una lógica del “liderazgo Brasil”.
Pero es posible que este “Lula 3.0” luzca mejor en los escenarios regionales, entre otras cosas, porque ya no está Chávez, el regente de la primera década del siglo 21, que montaba escenografías para sus actuaciones ideológicas.