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Por Juan Turello. Sergio Massa pondrá en marcha una nueva devaluación encubierta, que incluirá productos básicos de la mesa de los argentinos, con impacto en la inflación, señala mi nota en La Voz.
El nuevo “dólar agro” incluirá las ventas de soja por 30 días y las de productos regionales (frutas, vino, tabaco y té, entre otros) desde mayo hasta fines de julio.
Resta saber cómo se instrumentará la salida de este nuevo conejo de la galera, que conlleva el intento de evitar una devaluación y la unificación de múltiples tipos de cambio.
¿Por qué es una devaluación encubierta? Porque los productores venderán sus cosechas a un dólar diferencial, que no es el del cambio oficial -en torno de 216 pesos- ni el mayorista, cerca de 210 pesos.
El campo espera un “dólar agro” en 300 pesos (último dólar soja: $230). El nuevo valor implicaría un salto de más del 30%, que impactará en la canasta familiar.
Aún se desconoce qué mecanismo usará el Gobierno para que la cosecha de maíz y el remanente de trigo cuiden la tan proclamada “mesa de los argentinos.
Ambos granos integran parte de los alimentos que dan forma a la dieta básica de la población.
La preocupación de Massa es evitar una devaluación brusca, por lo que acude a estos artilugios, luego de que el Banco Central rascara la olla y se encontrara con una ínfima existencia de reservas líquidas.
Además del “dólar agro”, la estrategia del Ministerio de Economía apunta a obtener créditos de organismos multilaterales por 1.000 millones de dólares.
El equipo económico da por perdida la batalla contra la inflación, luego del 6% en enero; 6,6% en febrero y alrededor de 7% en el mes que acaba de finalizar.
Analistas y consultoras ya proyectan una inflación interanual por encima del 115%, más allá de las promesas que Alberto Fernández hizo en campaña, cuando criticaba el indicador de Mauricio Macri.
Otra paradoja: Cristina Kirchner y su hijo tienen discursos críticos del Fondo Monetario Internacional y sugieren abandonar el flexible plan de refinanciación de la deuda.
Sin embargo, el Presidente y Massa -por intermedio Joe Biden- solicitaron un último respaldo del FMI para “armar un puente para llegara al año próximo”, que evite el desbarranco de la actual administración.
Las redes sociales, que reflejan el temor social, ya volvieron a inundarse de mensajes alarmistas sobre la situación de los bancos.
Los que los hacen circular rondan los 40 años. La experiencia traumática de 2001-02 actúa como un disparador de los mensajes por Whatsapp, junto con el de una inmediata convocatoria a elecciones presidenciales.
Con la estrategia de “pague el que sigue”, el Gobierno postergó para la próxima gestión el pago de grandes partidas comprometidas por ley.
La desesperación oficial no es sólo por los dólares, también por los pesos.
El listado incluye el de la deuda con la Caja de Jubilaciones de Córdoba y el de los fondos coparticipables de la Ciudad de Buenos Aires.
Además, dejó en suspenso hasta el 31 de diciembre las exenciones de IVA y de Ganancias de los grandes importadores.
El contexto incluye un atraso y cepo cambiario, una monumental deuda en pesos del Tesoro nacional y del Banco Central. También sobresale una inflación por un déficit incorregible.
¿Aguantarán los parches hasta el 10 de diciembre? La inquietud también forma parte de las preguntas en las redes sociales.