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Por Juan Turello. Los argentinos estarán hoy ante las urnas acompañados de pocas certezas. Sin embargo, hay una coincidencia general: es una votación decisiva para el rumbo de la Argentina, cargada de incertidumbre, señala mi nota en La Voz.
Las dudas incluyen cuál será el futuro de la economía tras la votación; qué sucederá con el tejido social y cómo quedará la estructura de partidos que el país conoce desde hace 40 años.
Estos comicios resultan claves para conocer cómo impactarán en un país que percibe un retroceso en su calidad de vida de hace al menos 50 años.
Argentina tiene capacidad para producir alimentos para 400 millones de personas, pero cuatro de cada 10 de sus habitantes son pobres. Peor aún: el 56% de los niños sufre carencias alimenticias.
La economía global da otra oportunidad. La sucesión de guerras mantiene el valor de los alimentos en el mundo, pese al fortalecimiento del dólar.
El país, además de producir alimentos, cuenta con petróleo, gas natural y litio, el trípode de la energía que demandan los países.
“El tren está volviendo a pasar”, afirma el analista de inversiones Aníbal Casas Arregui.
Economistas e institutos de estudios que han evaluado la performance del país en el último siglo coinciden en que la inflación permanente y alta fue minando la riqueza del otrora de uno de los más ricos del mundo.
En los últimos meses, la incertidumbre electoral y las propuestas de los principales candidatos a la Presidencia aceleraron la suba de precios y depreciaron el valor del peso.
Las increíbles mediciones del viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, que registraron la semana pasada un incremento de 2,2% en los precios , no condicen con el impacto que perciben los consumidores.
Los pesos vuelan de los bolsillos. Las familias los canjean por alimentos, electrodomésticos o bienes durables, por caso, se aceleró la venta de autos en los últimos días.
Nadie cotiza la moneda norteamericana al precio con edulcorante que hace trascender el Gobierno: 900 pesos.
Las operaciones se realizaron los últimos días con un dólar libre muy por encima de los 1.000 pesos, a través de las redes sociales o dólar delivery, como se llama a la modalidad que se efectúa en domicilios o sitios elegidos por los compradores.
Las dudas no son patrimonio exclusivo de los votantes; algo similar sucede en las fábricas.
La Unión Industrial de Córdoba (UIC) señaló que la última encuesta trimestral mostró que el 56% avizora una caída de la demanda para los últimos meses del año.
El 57% admite que tendrá problemas con los insumos. Los fabricantes estiman una caída en la actividad en este trimestre.
Los números contradicen el relato del secretario de Industria, José Ignacio de Mendiguren, quien acompaña a Massa en su discurso de datos positivos.
La gran incógnita para los agentes económicos es qué sucederá el próximo lunes con el valor del dólar.
La respuesta estará directamente vinculada con el resultado de la elección.
El viernes 20, el contado con liquidación (CCL), que usan las empresas superó los mil pesos, y también subió el dólar MEP.
Cuatro semanas hasta el balotaje, si lo hubiera, o siete semanas hasta el 10 de diciembre, aparecen como una eternidad para una sociedad frustrada por la decadencia permanente.
El mundo ofrece oportunidades para un país con capacidades humanas y riquezas naturales extraordinarias, pero los argentinos tienen grandes disidencias sobre qué plan económico poner en marcha.
La elección será determinante para saber qué tipo de economía prefieren los argentinos; sobre cómo se cerrará la brecha social y qué tipo de representación política es la adecuada para seguir viviendo en democracia.
En esas cajas de cartón, de 22 por 35 centímetros, estarán las respuestas.