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Por Juan Turello. Los analistas prestan cada vez más atención a las emociones de consumidores e inversores al momento de proyectar qué sucederá con la economía. La llegada de Javier Milei formó parte de ese complejo fenómeno, por parte de una sociedad que estaba hastiada de la política tradicional, que no le ofrecía soluciones.
Esa percepción sostuvo durante 10 meses la gestión de Milei, aunque los índices de respaldo comenzaron a caer ante la dureza del ajuste y la falta de una recuperación sólida, señala mi nota en La Voz.
A la hora de las emociones, las familias no pueden entender racionalmente por qué el Gobierno vetó el aumento a los jubilados y el financiamiento de las universidades nacionales.
No hubo por parte de los funcionarios de Milei fundamentos contundentes sobre los riesgos fiscales de ambas leyes aprobadas por el Congreso.
En los dos proyectos se colaron los argumentos del kirchnerismo, que es la agrupación que mejor influye en los eslóganes -discutibles, por cierto- de la agenda pública.
Los datos de pobreza e indigencia configuran un duro golpe al sueño de los argentinos; aquel que alimentaron los abuelos inmigrantes, cuando llegaban, por entonces, a uno de los países más ricos del mundo.
Hoy, más de la mitad de la población -casi 25 millones de habitantes- no tiene los suficientes ingresos para comprar alimentos y servicios.
Casi siete de cada 10 jóvenes están sumergidos en la pobreza, y de ellos uno de cada cuatro no consume alimentos básicos para su crecimiento.
El kirchnerismo no tiene nada que enrostrar de este dato, ya que hay que pagar hoy la fuerte emisión del “plan platita” (Sergio Massa), entre otros desaciertos de sus 26 años de gestión.
“No hay tal cosa como un almuerzo gratis”, es la frase que sintetiza el despilfarro del pasado, que parecen olvidar ciertos sectores del peronismo.
El actual Gobierno también aportó lo suyo, con el drástico recorte para reducir la inflación al 4% mensual.
Caputo y las sensaciones
El equipo de Milei advirtió el crecimiento del malhumor social y, ahora, bajará un cambio en el ajuste de las tarifas públicas.
Desde el Gobierno, prometen premiar un menor consumo de electricidad y de gas natural desde el 1º de octubre.
Es una incógnita qué hará EPEC para facilitar una baja en la demanda, más allá de la actualización mensual por inflación del valor agregado de distribución (VAD).
Tampoco tiene respuesta cómo llegará a los surtidores el anuncio del titular de YPF, Horacio Marín, de que las naftas bajarán 1,5% y el gasoil, 3% en octubre.
El blanqueo de capitales físicos, que se prorrogó hasta el 31 de octubre, puso a trabajar intensamente a los bancos en las últimas horas.
Cálculos extraoficiales estiman un ingreso diario en la actualidad de U$S1.000 millones. A fines del mes próximo, el blanqueo líquido alcanzaría a U$S15 mil millones, duplicando al de Mauricio Macri.
Los créditos hipotecarios registran un fuerte movimiento; las familias ansían contar con la vivienda propia y escapar de los vaivenes del alquiler.
El Banco de Córdoba ya colocó $16,6 mil millones en créditos hipotecarios y espera entregar otros $10 mil millones en octubre.
Los créditos personales suman en la entidad $40 mil millones en el año, que se destinan a la compra de automóviles, a construcciones en el hogar o a cancelar deuda, según los tomadores.
En la sociedad prevalecen las sensaciones de la caída de los ingresos de trabajadores, jubilados, docentes y profesores universitarios, quienes dominan la escena pública.
A nivel de la macroeconomía, los mercados y grandes inversores reconocen que el Gobierno logró equilibrio fiscal y financiero en 10 meses de gestión, aunque subsisten dudas sobre las reservas del Banco Central para pagar deuda en 2025.
Las sensaciones también imperan en ese ámbito, ante el temor de un descontrol de la agenda política del Gobierno.
La petrolera malaya Petronas desistió del proyecto de construir, junto a YPF, una estación de licuefacción de gas natural en Río Negro, por U$S30 mil millones.