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Por Juan Turello. El Gobierno sintió el impacto de los movimientos del dólar, más allá de las palabras defensivas y de las acusaciones que lanzaron las principales espadas de Javier Milei, señala mi nota en La Voz. Ellos saben que está en juego la confianza en el plan económico, que hasta ahora tuvo el respaldo mayoritario de la sociedad.
Los movimientos en torno del dólar desde hace semanas son producto de la incertidumbre sobre cómo el Banco Central va a desarmar el cepo y sobre cuáles serán sus principales políticas.
La defensa incluyó el clásico ataque a grupos especuladores, que, en este caso, el Gobierno vinculó con el excandidato presidencial Sergio Massa.
Guillermos Francos, jefe de Gabinete, dijo que “Massa intenta desestabilizar al Gobierno”, sin precisar cuáles serían esas acciones que provocarían una salida anticipada de Milei.
Eduardo Serenelli , secretario de Prensa de la Nación, fue más allá: sostuvo que en la desestabilización está implicado un poderoso “un grupo económico”, que no identificó.
La acusación pareció apuntar a un banco de capitales nacionales, que ya ejerció un put (derecho de un acreedor de vender un activo a un precio determinado), por un ¡billón de pesos!
La entidad cobró ese monto por los bonos que tenía del Banco Central. El temor es que ese tipo de acciones se generalice lo que sumaría pesos al mercado.
Los bancos están en la mira del oficialismo, luego de que el ministro Luis Caputo, y el titular del Central, Santiago Bausili, anunciaran que “la deuda” del Central será absorbida por el Tesoro nacional, a través de una letra fiscal de liquidez (tal el nombre que tendría).
El pagador no es el mismo, además de que se desconoce a qué precio se haría la operación y cuál sería el rendimiento. No es lo mismo un put que una letra.
En un intento por recuperar confianza en el plan económico, Caputo anticipó las proyecciones del Presupuesto 2025, que constituyen una reafirmación de los actuales lineamientos.
El dólar oficial llegará a $1.016 a fin de año, la inflación rondará 130%, se mantendrá la devaluación mensual de 2% y el cepo se desarmará a fin de año.
La “tablita cambiaria” fue recibida con escepticismo. La economista Virginia Giordano estima que el dólar blue puede valer entre $2.000 y $2.100 al cierre de 2024.
Un prominente empresario que escuchaba su diagnóstico opinó: “Así no hay economía que funcione”, porque la brecha de 50% o más desordena los precios de las distintas actividades.
El Gobierno ratificó que no se moverá de los actuales lineamientos, aunque la leve recuperación intermensual, que se insinuó en abril y en mayo, se habría detenido en junio.
El mes anterior, los despachos de cemento cayeron 3% en la versión desestacionalizada sobre mayo y la producción de autos retrocedió 17% en esa comparación.
La confianza es clave para el plan económico, ya que esa actitud impulsa el consumo y alienta expectativas favorables.
Sin embargo, es difícil observar una rápida recuperación, tras la fuerte caída inicial (la famosa “V” a la que apelan las autoridades).
El modelo depende de las inversiones, por lo que cada anuncio en ese sentido es replicado por Milei y sus funcionarios para alentar la confianza, y de un aumento de las exportaciones.
Esa orientación aún no es percibida con claridad por la sociedad, ni es tolerada por los sectores económicos que pierden con la falta de emisión de dinero, ya sea para sostener sus actividades o beneficios personales.
Esa alternativa, que aparece explícita en los discursos del kirchnerismo, el costo lo paga el resto de la sociedad con alta inflación.