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Por Claudio Fantini. Ya hubo un caso similar al avión de Malasia desaparecido el fin de semana. En 2009, un Airbus de Air France despegó de Río de Janeiro con rumbo a París con 228 personas a bordo, y desapareció de los radares sin dar señales previas de problemas.
Pasaron varios días hasta que restos de la aeronave fueron encontrados en el Océano Atlántico, próximos a la isla de Fernando de Noronha. El resultado de las investigaciones estableció que fue un accidente provocado por una suma de errores humanos y fallas en el indicador de los vientos.
Con ese y tantos otros antecedentes, ¿por qué en el caso del avión malayo de pasajeros que desapareció el sábado apareció la hipótesis de un atentado?
A la misteriosa desaparición del Boeing 777-200 de Malasya Airlines, se suma el hecho de que al menos dos pasajeros abordaron el vuelo con pasaportes robados. Este hecho, por sí mismo, no alcanza para justificar una sospecha, dado que es una práctica habitual de traficantes y otros tipos de delincuentes.
En este caso, varios datos explican la sospecha:
Hay razones para sostener la hipótesis del atentado. Pero la aparición de los restos de la nave y de la caja negra pueden, como en el caso del vuelo de Air France, determinar si fue realmente un accidente.