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Por Claudio Fantini. Con matices muy significativos y un desenlace diametralmente diferente, en Panamá se repitió la historia argentina de la pelea entre un presidente y su vicepresidente.
Así como Cristina Kirchner y su gobierno repudiaron y marginaron al vicepresidente del primer mandato (Julio Cobos) por no alinearse en una crucial votación del Congreso, el presidente panameño Ricardo Martinelli repudió y marginó a su vicepresidente Juan Carlos Varela cuando éste denunció la intromisión colonizadora del Poder Ejecutivo en el Poder Judicial y otros entes autónomos del Estado.
Pero en este párelo, que incluye la decisión de ambos vicepresidentes a resistir las presiones oficialistas para que renuncien, las diferencias son más enaltecedoras que las semejanzas porque, a diferencia de Cobos, el vicepresidente panameño, a quien Martinelli le había dado más poder nombrándolo canciller para mantenerlo alineado, no sólo denunció el intento de construcción de un poder hegemónico sino que, además, enfrentó a viva voz al presidente y al gobierno.
❝Varela denunció también la corrupción y jamás silenció sus críticas, como sí lo hizo Julio Cobos❞.
Varela denunció también la corrupción y jamás silenció sus críticas, como sí lo hizo Julio Cobos. Cuestionó también los intentos reeleccionistas del presidente y enfrentó al oficialismo en la primera elección presidencial que se cruzó en el camino.
Fue éste domingo y el triunfador fue el rebelde vicepresidente, ahora convertido en presidente electo.
Su promesa de campaña fue poner fin a la corrupción y también a la política de confrontación y fractura social que, igual que el kirchnerismo, había impuesto Martinelli al denostar a los opositores y tratarlos como enemigos.
Fue enaltecedora la lucha del flamante presidente electo contra el despótico y corrupto Martinelli. Pero también fue enaltecedora la actitud del pueblo panameño, que a pesar de los éxitos de Martinelli, como el crecimiento económico más alto de toda América, y de la obra pública (modernas rutas y hasta el primer subte de Centroamérica), votó contra la corrupción, contra el intento de poder hegemónico, contra la política de dividir la sociedad para reinar y contra el intento reeleccionista de un presidente que, al no vencer los obstáculos constitucionales para la reelección, colocó a su esposa como candidata a vicepresidente en la fórmula oficialista.
Un aplauso para Panamá.●