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Por Daniel Scandizzo. ¿Sirve hablar del fracaso? Hoy, la tendencia es aprender de los errores, más que de los casos de éxitos. Andy Freyre -referente del emprendedorismo- apunta: ❝Somos una sociedad que se esfuerza más por ocultar sus intentos frustrados que por compartir la experiencia obtenida❞.
Hoy, los casos de éxitos ya los conocemos de memoria: Google, Amazon, Mercado Libre… y sigue la lista. De manera incipiente comienza a tomar forma la cultura del fracaso.
¿Será que finalmente nos hemos convencido de que en los fracasos se aprende, de que los fracasos se convierten en la masa que fermenta un próximo éxito?
Nace un nuevo paradigma: ❝Si no fracasé, no aprendí, si no fracasé me faltó algo, si no fracasé mi historia no es atractiva❞. En realidad, importa la experiencia personal.
El fracaso no tiene una definición letrada, por el contrario, es una sensación individual, un estado del alma que deviene de no haber logrado lo que esperábamos.
En nuestros tiempos, nadie podría dudar de que el “Cholo” Simeone se veía con Europa a sus pies a dos minutos del final de la Champions League o que por la cabeza del “Mago” Coria se reproducía un film que lo tenía a él alzando la “ensaladera” en la recordada final contra Gastón Gaudio en París.
Muchos grandes del mundo de los negocios fracasaron: Richard Branson, el magnate de Virgin Airlines no le hizo cosquillas a Coca Cola con su proyecto Virgin Cola; el Windows Vista pasó rápidamente al cajón de los recuerdos y Mary Kay dejó la empresa en la que trabajaba porque no consideraban sus promociones.
Arrogándome el derecho de hacer psicología de café (como dice mi amigo y excelente profesional Claudio Vasalo), me atrevo a decir que se aprende del fracaso sólo si lo vivimos, sólo si lo sufrimos, sólo si nos afecta muy adentro, sólo si derramamos una lágrima por el triunfo que no fue, sólo si perdemos algo importante (desde prestigio hasta dinero), sólo si le llamamos por su nombre (no oportunidad de mejora), sólo si caemos bien en serio, sólo si el mundo se nos viene encima.
Si no pasamos por todo esto, no hagamos ruido y sigamos buscando el “fracaso” de nuestra vida.