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Por Claudio Fantini. El grupo BRICS -integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- anunció al mundo que ha nacido un sistema financiero alternativo al actual, con 70 años de vigencia. En los hechos, implica la creación de un nuevo banco de desarrollo y de un fondo estabilizador.
El sistema, con siete décadas de de reinado absoluto, tiene ahora un competidor. Desde su surgimiento por los Acuerdos de Bretton Woods, en el estado norteamericano de New Hampshire y sobre los escombros de la Segunda Guerra Mundial, el esquema se basó en el liderazgo de los Estados Unidos y el control de un grupo de potencias sobre los dos organismos claves del sistema: el FMI y el Banco Mundial.
Si bien el economista británico John Maynard Keynes fue uno de sus grandes impulsores, poco pudo gravitar sobre esta nueva galaxia financiera, dentro de la cual ocurrió todo lo que se vio en la economía mundial del siglo 20 y en lo que va del 21.
❝La razón principal de los dos nuevos organismos crediticios creados es consolidar el avance económico y financiero del grupo BRICS en Latinoamérica y África❞.
¿Podrá el grupo BRICS establecerse como universo paralelo al actual orden económico y financiero? De momento, lo comprobable es la velocidad vertiginosa de su ascenso. Se constituyó en la década pasada, en 2008, como BRIC, cuando Brasilia, Moscú, Nueva Delhi y Beijing decidieron convertirse en un grupo. Expresaba a naciones que podían llegar a ser potencias económicas. Sudáfrica se sumó tres años después, agregando la S a la sigla original.
Que tres años después de esa unión se haya dado semejante paso, muestra, por una parte, una voluntad decidida de crear el espacio, en el que tenga el protagonismo que no les reconoce el orden creado por Bretton Woods.
Por otra parte, muestra las urgencias políticas de Rusia, cada vez más aislada en el sistema con eje en las potencias de Occidente, debido a la anexión de Crimea y al conflicto ucraniano. También China vive enfrentamientos que tensan su relación con las potencias de Occidente. Las disputas con Japón por las islas Senkaku y con Corea del Sur, por diferendos limítrofes en el Mar Amarillo, inciden en el apuro por consolidar al BRICS, pero su razón principal es apoyar en mecanismos financieros sólidos al avance de sus empresas por África y Latinoamérica.
Esta veloz evolución en el andarivel de lo económico y financiero, no implica una identidad política o ideológica. El grupo BRICS es políticamente diverso, con tres democracias (Brasil, India y Sudáfrica), un totalitarismo diluido pero aún vigente (China) y un despotismo de viejo cuño zarista con ropaje democrático (Rusia).
El hecho es que el paso anunciado en la cumbre de Fortaleza, Brasil, despierta expectativas en el Gobierno argentino, por intuir que podría encontrar en ese financiamiento el modo de zafar al fallo del juez Griesa, sin caer en el vacío financiero. Probablemente, por ahora, una expectativa exagerada.■