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Por Claudio Fantini. Es posible que la denuncia contra Estados Unidos del gobierno de Cristina Kirchner ante la Corte de La Haya, haya sido una decisión pensando más en las encuestas que en las chances reales de que tenga un efecto positivo en el agujero negro en que cayó la deuda argentina.
Sucede que ese tribunal no juzga, sino que arbitra entre Estados en litigio. Y para que asuma ese rol, los dos gobiernos en cuestión deben solicitar su arbitraje.
Aunque aún no hay una información pública, sólo el dato que un vocero del Departamento de Estado anunció que Estados Unidos no intervendrá, es muy difícil (más bien imposible) que, en las actuales circunstancias, Barack Obama acepte acudir a La Haya.
El caso no lo tiene sin cuidado, ya que el muy polémico fallo del juez Thomas Griesa y su confirmación por la Corte Suprema de los Estados Unidos, afecta también intereses norteamericanos y la lógica de la negociación entre deudores y acreedores.
Lo que ocurre es que el jefe de la Casa Blanca, además de considerar fuera de lugar la actitud del Gobierno argentino, está atrapado por cuestiones de inmensa gravedad y difícilmente les quite atención para dedicarla a la pulseada entre los fondos buitres y Cristina Kirchner. Los problemas:
La lista de gravísimos problemas es más larga, pero con lo dicho alcanza para dudar que Obama acepte formalmente el desafío que le planteó la presidenta argentina en La Haya.