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Por Claudio Fantini. Pensar que la “campaña de miedo” lanzada por el kirchnerismo procura restarle votos a Mauricio Macri para que pierda el balottage, es ingenuo. Sólo Daniel Scioli está utilizando ese método para lograr ese fin, que implica su triunfo y arribo a la Presidencia.
Pero las usinas manejadas por expertos en propaganda no están al servicio del candidato oficialista, sino de la presidenta Cristina Kirchner y de la mesa chica del poder.
El sciolismo difunde miedo a Macri para evitar que vote al candidato de Cambiemos esa amplia franja que no es kirchnerista, pero tampoco profesa el antikirchnerismo que domina a otras amplias franjas de la sociedad.
Ergo, el sciolismo hace campaña de miedo para que gane Scioli. En rigor, a ese tipo de campaña también la está haciendo Cambiemos y antes la hizo el massismo, al plantear que el gobernador bonaerense es kirchnerista, mantendrá el poder de Cristina y su misión es preservar todo tal cual está.
❝La campaña del miedo de Scioli es naif (ingenua) en comparación con la verdadera campaña del miedo, empeñada en despertar lo peor del setentismo❞
La campaña de miedo que impulsan Cristina y su círculo más estrecho, tiene otro target y otro objetivo. No está principalmente apuntado a los no kirchneristas, sino a las bases del propio kirchnerismo. Más exactamente, a las de clase media (en las de clase baja actúa el sciolismo repitiendo que si gana Macri se acaban los subsidios y la Asignación Universal por Hijo), donde está la adhesión caracterizada por el fervor ideológico y la creencia cuasi religiosa en “el relato”.
Y el objetivo es enardecer a estos pliegos ideologizados de la sociedad para crear un clima de protesta y hasta de violencia social contra el próximo gobierno, si lo fuera a encabezar Macri.
Con esas bases kirchneristas de clase media totalmente convencidas del advenimiento de “la anti-patria”, se sientan las bases para la violencia política que empieza con la búsqueda del culpable que allanó el camino a la expoliación en ciernes. Y ese culpable es, por cierto, el periodismo opositor y el periodismo crítico.
Según Aníbal Fernández, fueron Clarín y Jorge Lanata los responsables de su derrota. Nada dice de la legión de medios y periodistas financiados desde el Estado que hicieron campaña por él y difamaron a María Eugenia Vidal y a Felipe Solá.
Esa acusación del gran derrotado en la elección provincial bonaerense no es el simple pataleo de un mal perdedor. Es la señal emergente de una intención oculta: dejar al sucesor de Cristina, si es Macri, una protesta que rondará los umbrales de la violencia política; ergo, un estado de ingobernabilidad total.
Si gana Macri, periodistas y medios opositores y críticos serán señalados con dedo acusador de traición a la patria, acusación que ya pesa sobre notables intelectuales disidentes.
De los autores del término “destituyente”, ahora se está estrenando una peligrosa “campaña destituyente” realizada con anticipación a la elección y asunción del gobierno que se quiere derribar.
Esta conclusión es, en definitiva, el resultado lógico de la suma de fanatismo político y convicción absoluta sobre una expoliación en ciernes. ¿Qué otra cosa puede hacer ante el advenimiento de “la anti-patria”, un militante de la causa “nacional y popular”?
La campaña del miedo de Scioli es naif (ingenua) en comparación con la verdadera campaña del miedo, empeñada en despertar lo peor del setentismo.