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Por Claudio Fantini. Días antes, entrevistado por Luis Majul, Mauricio Macri se había sentido tan cómodo que, cada dos por tres, no respondía mirando a su entrevistador sino a la cámara, hablándoles directamente a los televidentes. En la mesa de Mirtha Legrand, no estuvo tan cómodo.
Estuvo incómodo porque la conductora le planteó cuestiones que lo pusieron contra las cuerdas. Repasemos lo que sucedió en televisión.
A Mirtha Legrand se le puede cuestionar no haber sido incisiva cuando al país lo gobernaban dictadores criminales. También se le puede criticar el derrape ideológico que implicó usar la palabra “zurdaje” cuando entrevistó al matrimonio Kirchner, y muchas cosas más. Pero no se la puede acusar, como hizo Laura Rodríguez Machado, de tenderle una “emboscada” al matrimonio presidencial.
Rodríguez Machado es una valiosa dirigente y legisladora que realiza meritorias defensas del Gobierno que integra, ya sea en entrevistas y en debates televisivos. También es comprensible que con su Presidente -convertido en blanco de acciones desestabilizadoras- salga al cruce de todo lo que ella considera que lo debilita. Pero en este caso, el problema de Macri no fue Mirtha Legrand, sino sus flácidas respuestas.
Por el contrario, una entrevista en la que el entrevistador es punzante y exigente, no debilita sino que muestra la mejor diferencia entre este Gobierno y su antecesor. El Presidente rinde cuentas en conferencias de prensa y también ante comunicadores que se sienten lo suficientemente libres como para cuestionar e incomodar al gobernante que entrevistan.
A la mala imagen la dan los presidentes que, como Cristina Kirchner, no hacía conferencias de prensa y sólo se dejaba entrevistar por quienes le garantizaban actuar como meros partenaires de sus monólogos.
Si Macri no sabe responder cuánto gana un jubilado, el problema es de Macri, no el entrevistador. Pero en el caso en cuestión, el acierto de Mirtha Legrand estuvo en plantear una impresión muy generalizada en la sociedad: “Ustedes no ven la realidad”, disparó a quemarropa la diva.
Ciertamente, el Presidente, como muchos de sus antecesores, rodeados por aduladores que describen más éxitos que fracasos, porque de los éxitos dependen su permanencia en los altos cargos que ocupan, podría no estar viendo claramente la realidad.
En esa realidad, la marcha hacia un largo plazo que puede ser venturoso, está aplastando a mucha gente. Y es probable que, de tener plena consciencia de lo que implica y señala la caída abrupta del consumo, el Presidente haría algunos cambios.
Por caso, en su estrategia contra la inflación, ensañada con los precios de los alimentos y medicamentos. Por caso, replantearse la efectividad de Miguel Braun, ese secretario de Comercio que parece observar impávido el daño que la inflación está causando en los sectores más vulnerables. Sin mencionar, el fracaso de Precios Transparentes.
A Macri le faltaron respuestas a cuestiones clave que le planteó Mirtha Legrand. Pero es más grave que le falten reacciones ante problemas que padece la sociedad, que dan municiones a la artillería de los que están buscando derribarlo.
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