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Por Claudio Fantini. ¿Qué hizo el presidente del gobierno independentista catalán, Carles Puigdemont? ¿Suspendió la declaración de la independencia? ¿O proclamó la independencia y suspendió sus efectos?
Los independentistas más radicales, como la dirigencia del CUP, consideran que hubo una marcha atrás inaceptable al suspender la proclamación de la república independiente que la Ley del Referéndum obligaba a efectuarla, si reconocía el triunfo del “Sí” el 1° de octubre (1-O). Pero en realidad, ocurrió lo segundo.
Cumpliendo con la Ley que su Coalición aprobó, violando el Código de Procedimiento parlamentario, el jefe del Govern de Cataluña pidió a ese poder legislativo que proclamara la independencia y la república. A renglón seguido, también pidió que dejara en suspenso “sus efectos” para poder llevar a cabo un diálogo con el gobierno de España que permita una secesión pactada.
Con esta jugada ambigua, Puigdemont intenta dos cosas contrapuestas: la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) y la negociación para que termine siendo una secesión acordada con Madrid.
Ahora, le toca jugar a Mariano Rajoy. Si no vuelve a cometer torpezas, es posible que el gobierno de España empiece a ganar esta electrizante partida.
El jefe independentista intenta mezclar el agua y el aceite en una jugada que no se aparta de los lineamientos estratégicos establecidos en una “hoja de ruta” de los separatistas.
Ese plan estratégico propone maniobrar hasta arrancarle a Madrid la legalización de un referéndum secesionista, cuyo resultado obligará al Estado español y a la Unión Europea (UE) a reconocerla y validarla. Esto, permitirá a la “República de Cataluña” permanecer en la eurozona y en el área Shengen de libre circulación de personas.
Si lo consigue, las empresas que se están yendo de Cataluña, terminarán regresando, porque el flamante país seguiría siendo parte de la UE.
Pero ésta no es la única interpretación posible de la ambigua jugada de Puigdemont. La otra interpretación es que el líder independentista ha comenzado a improvisar para encontrar un camino alternativo al que lleva a un choque irremediable con Madrid o a una marcha atrás desordenada.
De momento, la sensación que dejó el ambiguo anuncio del presidente del Govern, es que se siente atrapado en una encrucijada y deambula errático buscando una salida. En esa búsqueda, empieza a resquebrajarse la alianza de las fuerzas independentistas y también comienza a desdibujarse su liderazgo.
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— Los Turello (@LosTurello) 6 de octubre de 2017
Ahora, le toca jugar a Mariano Rajoy. Si no vuelve a cometer torpezas, es posible que el gobierno de España empiece a ganar esta electrizante partida.